¿Cuál será tu legado?

            Mi hijo Rubén me ha recomendado un libro, “El sutil arte de que te importe un carajo”, que circula entre los milenials y lo escribe Mark Manson, un bloguero con millones de seguidores. En este pequeño manual de antiayuda, como él lo define, el autor nos plantea con sentido del humor, el tiempo que malgastamos en preocuparnos por cosas sin importancia porque no hemos sido capaces de estructurar lo que realmente es valioso para encontrarnos bien en la vida. Con cuatro pinceladas nos hace reflexionar: debes elegir tu propia lucha, no eres extraordinario, la sociedad no te debe nada, fuera victimismo, solo tú eres responsable de tus decisiones; cuidado con lo que crees, eres el arquitecto de tu destino al escoger tus valores; la felicidad se consigue al resolver problemas, pero el fracaso y el dolor forman parte de la existencia y cuando resuelves un problema se te crea una nueva situación, valóralo; el más es más del consumo nos consume la existencia. Me voy a detener en el contenido del último capítulo, la muerte, supongo que el que menos preocupa a los milenials pero más a los que avanzamos en edad, sobre todo cuando personas queridas del entorno van cayendo. Una habilidad humana, que los animales no tienen, es imaginar cosas que no han pasado y recordar lo que hemos vivido. Por otro lado, nos vemos como dos yo, uno es nuestro cuerpo físico y otro la propia identidad, como nos percibimos. Entonces, queremos imaginar que cuando muera el físico, el otro yo siga vivo de alguna manera. Nos aterra desaparecer del todo y hacemos “proyectos de inmortalidad” para pervivir después, ya sea dejando una familia numerosa, o una popularidad, un prestigio, una colección de sellos, un descubrimiento valioso, ser el abuelo que contaba historias, o lo más burdo: una fortuna lograda a base de privaciones propias o expolios ajenos. ¿Has decidido cuál será el valor de tu legado?

Diario Palentino, 9 de febrero de 2020.

Yo también lo grabo

            En algunos móviles aparece en pantalla una grabadora cuando entra una llamada. En su defecto, en todos se puede instalar una aplicación grabadora. Lo digo porque estamos hartos de que cuando contactas con las distribuidoras te ponen: “Por su seguridad esta conversación puede ser grabada”. Pues, sí, por mi seguridad yo también lo grabo. Pero como el diablo tiene mil recursos, la gran empresa que te suministra nunca pierde. Mi caso. Cuando llegó el recibo de gas del verano me pareció algo elevado por no haber hecho uso durante un mes completo, voy a mi espacio de clientes en internet y veo que desde enero me cobran un Seguro Eléctrico de Hogar que nunca contraté. Llamo, reclamo que den de baja ese invento y me devuelvan diez cuotas. Al cabo de dos meses me dicen que no me devuelven nada porque yo lo contraté. Exijo que me muestren la grabación que hicieron por mi seguridad, pasan otros dos meses y me responden que puedo ir a un establecimiento a escuchar la grabación en la que pido la baja del Contrato de Mantenimiento del Gas, algo que nadie había mencionado, y que, además, me cargarán todas las cuotas que me quedan hasta completar el año. Por supuesto la grabación no existe. Vuelvo a reclamar y espero. De momento me han sustraído diez cuotas de un seguro eléctrico inventado y seis de lo que me queda de un mantenimiento de gas que nunca di de baja. Así, delincuentes, organizados y consentidos, nos sustraen el dinero del banco. Ah, y como si te descuidas dejan de enviarte facturas en papel es más fácil que no te enteres. Ni pensar quiero los atracos que estarán sufriendo nuestros mayores en su cuentas.  Es voluntad del Parlamento tipificarlo en el Código Penal como hurto con responsabilidades personales de quien lo ordene, lo ejecute y lo permita. Pero las puertas giratorias son muy sustanciosas para los partidos.

Diario Palentino, 26 de enero de 2020.

Qué pasa con la mente humana

         Entre finales del siglo XX y comienzos del actual se han conseguido los mayores descubrimientos científicos sobre el funcionamiento del cerebro: estructuras neuronales desconocidas, localización del lenguaje, capacidad de regeneración antes negada, como los avances en el conocimiento de enfermedades mentales y degenerativas; léase cáncer o alzhéimer, entre otras. Y , ya de paso, la aplicación de todo esto a la robótica, se supone que para mejorar la vida sobre la tierra. Hemos conseguido fabricar robot dotados de tacto o capaces de dar respuestas inteligentes a problemas complejos. Sin embargo, la mente humana, la natural, la de nacimiento parece dislocada. El mundo se está poblando de dirigentes que hacen cosas propias de especímenes trastornados. Lo peor es que los elegimos en las urnas y luego nos vamos haciendo a sus locuras, esas que ocupan grandes titulares de prensa. Nos alarmamos, pero enseguida olvidamos que un loco caprichoso lanzó un pepino y desató otra guerra en un territorio incendiado por la ira y la destrucción tras décadas de sufrimiento. Si vamos a matarlos con drones, vendrán y nos pondrán bombas en torres o en trenes, ya lo han dicho. En las antípodas, arde un continente entero, miles de millones de hectáreas, de animales, nubes de gases intoxicantes que se esparcen por la atmósfera que respiramos. Lo curioso es que esos mismos gobernantes que dejan quemar o esquilmar su naturaleza insisten en seguir defendiendo el carbón, o las talas salvajes de sus propias selvas, y van a sufrir en sus pulmones, en sus familias, en su economía, los efectos de tanto desmán incongruente. Trump, Bolsonaro, Morrison… no hay otro planeta para exiliarse. «Los hombres no son prisioneros del destino, sino de su propia mente» Franklin D. Roosevelt.

Diario Palentino, 12 de enero de 2020.

Más que propósitos

       Cada cambio de año nos hacemos nuevos y concienzudos propósitos, y, además, con ilusión porque no nos conocemos. Algunas intenciones nos duran un mes o dos, otras solo mientras las pronunciamos, pero se suelen quedar en el nivel superficial del tipo dietas o matrículas en los gimnasios. Los verdaderos cambios no se obtienen a corto plazo, requieren modificar la mentalidad y sobre todo saber de lo que somos capaces de hacer con nuestra forma de ser o de pensar, qué ideas preconcebidas o qué bloqueos nos impiden progresar. Esto requiere un trabajo profundo que hay que acometer con decisión y fortaleza. El autoconocimiento nos da el grado de madurez humana. Saber de nuestros defectos y potenciales para responsabilizarnos de lo que es nuestra vida, la que nos hemos creado. “Conócete a ti mismo”, memorable frase repetida, estudiada y coreada inconmensurables veces. Lo ponía en la entrada del Oráculo de Apolo en Delfos, a donde acudían los ciudadanos para preguntar y pedir a los dioses. El oráculo aconsejaba: primero pregúntate a ti mismo. Es fácil decirlo pero cómo lo hacemos sin engañarnos. Todos los libros denominados de autoayuda, que vuelven a proliferar entre los más vendidos, la meditación, que nos enseña a contactar con el cuerpo y darnos cuenta del ritmo de la respiración, persiguen este propósito. Se ve que la humanidad está en un momento en que la hace falta tomar tierra. Vivir en la mente de forma constante nos trastorna, nos hace creer que el pasado que hemos vivido es como lo pensamos, como nos lo hemos contado. También inventamos el miedo a un futuro que nos imaginamos, que no ha sucedido y puede que no suceda pero ya lo sufrimos por anticipado. Para este comienzo de año, mira donde estabas hace diez años y escribe donde estarás dentro de diez si no cambias nada. El mismo camino siempre lleva al mismo lugar.

Diario Palentino, 5 de enero de 2020.

Homenaje al polvorón navideño

151227234138-dulcesnavidad“Por las lides familiares que ha evitado en estas fechas”

            Atiborrarse a polvorones, en las fechas navideñas, ha sido el más eficaz invento para evitar la explosión de tensiones familiares. Después de los parabienes, besos y sonrisas dentales, el vinito selecto y copitas de champán…, los ánimos desinhibidos incitan a las pullas cuñadiles, las miradas de reojo y las consabidas sotorrisas de complicidad.

       Ese es, el momento mágico de plantar en la mesa una buena bandeja bien surtida de dulces navideños. El colorido dorado y plateado de los envoltorios anuncian un placer dulce, estimulan la gula golosa y distraen la atención; la tensión se rebaja y todo recelo queda adormecido entre la duda inconsciente de “cuál elegiré” y los efectos de la glucosa digerida. Con la boca llena de harina de almendras mal se puede gesticular sin que se escapen proyectiles de pines ensalivados. Ante todo buena educación.

       “Vuelve a casa, vuelve…” trae consigo todo tipo de sensaciones, tan variadas como personajes se sientan a la mesa. Propios y pegados tratan de pasar el rato lo mejor posible. Es la fecha en que algunos, que no se pueden ver ni en pintura, simulan una unidad familiar envidiable, de película, todo armonía y amor, tal vez después de haber discutido en la cocina por la presentación del plato, o haber cortado los pertinentes trajes en la previa: “Ahora vendrá la Mari con sus escotes…”, “El fantasma de tú cuñado…”, “Ese insoportable mocoso…”, “¡Hay que pasarlo, hija, hay que pasarlo!”. No es día para repudios, aunque los puntos de discordancia sean de grueso calibre, política y fútbol, la siempre mal repartida herencia, el cuidado de la abuela o el mantenimiento de la casa familiar (cuestión solventada ahora con la moda el turismo rural para respirar hondo).

     No me quiero imaginar los atragantes navideños en las actuales juntetas catalanas. La controversia independentista ha creado desencuentros familiares donde nunca hubo. El tema se ha convertido en el tabú de la conversación que se intenta bloquear. Es preciso evitar que una cuestión político-pasional contamine viejas discordias ya resueltas. Con cuidadoso esmero hay que reprimir los comentarios y chistes habituales de colegueo político para no meterse en camisas de once varas catalanas. A nadie compensa amargarse las fiestas, aunque suponga una indigestión de polvorones mojaditos en cava. ¡Felices fiestas!

«Diario Palentino, 20/12/2015»