Le digo a Vd., caballero

   Sí, a Vd., al que mira para otro lado. Imagine conmigo. Estaba Vd. en segundo de bachiller, recuerde como era entonces, su aspecto físico semiadolescente, sus emociones, su inseguridad. Un día fue de fiesta y bebió un poco de más. En una calle solitaria se le acercaron cinco individuos como armarios, le metieron en un portal, se plantaron en la puerta de salida, le sujetaron, le mandaron callar con la mano amenazante, sacaron sus pollas y se las fueron metiendo simultáneamente por el culo y por la boca repetidamente, una y otra vez. Vd. Tenía 18 años, no podía hacer nada más que obedecer, estaba aterrado, en manos de cinco tíos pasados de soberbia que le eyaculaban sus miserias por todos lados. ¿Por qué no se defendió? 

      Qué empuja a unos individuos de un país civilizado a mostrarse sus penes y demostrar su hombría violando colectivamente a una joven indefensa en un portal. Qué enormes complejos de inferioridad les llevan a medir así su valentía, en grupo, intimidando a un ser vulnerable. Es lo que enseña el machismo, si lo quieres cógelo, tienes derecho, y luego lo cuentas y te jactas, porque se ve que no vales para mucho más y tu calidad humana deja mucho que desear. Todos los hombres de orden debieran avergonzarse de estos hechos de sus congéneres, o es que en su sombra más perturbadora sueñan también con ser protagonistas de una escena similar, eso le debe haber pasado al juez del voto disidente, el que aprecia los hechos como “jolgorio”. Y a otros muchos opinantes macho que consideran la pena de nueve años excesiva y no tienen en cuenta que la vida de la muchacha no se acaba en ese tiempo, que quedará marcada por ese día hasta su último suspiro. Pero a los psicópatas narcisistas, eso les da igual, son mierda social.  

«Diario Palentino, 29 de abril de 2018»

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