CDR, GDR y Tabarnia

        Lo que está pasando con el asunto catalán llenará páginas de historia repletas de desaciertos. Sobre dos ejes se mueve el origen del conflicto. Uno, cuando la corrupción en CDC rebosa y los líderes convergentes deciden agitar el independentismo para camuflar su propio atraco a los catalanes. Porque, ni Tarradellas ni Puyol promovieron la separación de España, hablaban de dinero. Dos, desde la aparición de Rajoy en el poder político español  y su forma absolutista de gobernar para todos los españoles, las sensibilidades catalanas con lo suyo se han ido poniendo en carne viva con especial virulencia. El abismo abierto no solo distancia a parte de Cataluña del resto de España, sino que entre la propia sociedad catalana el debate adquiere visos preocupantes. El engendro llamado Tabarnia, creado por el actor Albert Boadella, no deja de ser una puesta en escena histriónica de las propias contradicciones del movimiento independista. Si Cataluña quiere separarse de España porque cree que pone más dinero de lo que recibe, Barcelona y Tarragona querrían separarse del interior catalán rural porque producen más con la industria y el turismo. Dejando de lado la lección espejo de Boadella, más inquietantes son los movimientos ciudadanos que llaman a la desobediencia civil y que pueden derivar en acciones violentas. Los CDR, Comandos en Defensa de la República lanzan instrucciones confusas sobre el pacifismo de sus acciones. Y, ahora, enfrente surgen los GDR, Grupos Clandestinos de la Resistencia, cómo suena, salen por la noche a limpiar las ciudades y los pueblos de lazos amarillos, esteladas y demás proclamas independentistas. La división interna entre catalanes ha saltado de la mesa familiar a las calles.    

«Diario Palentino, 15 de marzo de 2018»  

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