Machismo en la notaría

notarioAl menos, los machistas educados practicaban: “Las señoras primero”

            Una duna está hecha de incontables microgramos de arena. Así es el machismo, minúsculos comportamientos que relegan a las mujeres a lugares secundarios en su relación con los hombres. En 1991, el psicoterapeuta, Luis Bonino Méndez, acuñó el término Micromachismos para calificar todas esas cotidianas y apenas imperceptibles manifestaciones que van sumando poder a una conciencia de dominio macho. No es violencia física, ni tan siquiera verbal, es mucho más sutil, es ninguneo, un decir sin palabras: -tú caminas dos pasos detrás-. Cada día lo vemos, en la publicidad, en las familias, en la política, incluso en una conferencia local de sociólogos, precisamente sociólogos, para analizar la situación actual y en la que solo opinaban hombres. Todas esas pequeñas partículas sumadas componen escalones hacia otras formas más palpables de violencia blanda, desdén, desprecios e insultos hasta el más grave maltrato psíquico que destroza muchas vidas sin marcas físicas directas.

            Contaré mi experiencia. El oficial de la notaría se había empleado a fondo en un esfuerzo de machismo superlativo al copiar los datos de la escritura originaria para transcribirlos a la de venta. Yo había llevado los documentos, yo me entrevisté con él y preparé la cita para la firma. Además, en la escritura originaria de adquisición del bien ganancial figurábamos por este orden, primero yo y luego mi marido, solo era copiarla para poner venta, pero el susodicho se tomó el trabajo añadido de cambiar el orden de los nombres y relegarme al segundo lugar. Para el acto de la lectura apareció un notario de rictus triste y verbo ininteligible del que no se podía esperar otra cosa que comenzase a pasar la firma por los hombres, aunque estuvieran sentados a desmano. ¡Qué más da!, me contestó el oficial cuando le recriminé a la salida. ¡Qué más da!… (Daré más información sotto voce).

            Debemos, las mujeres, empezar a boicotear este tipo de actuaciones. Donde no estemos representadas, donde nos releguen, donde no tengan en cuenta nuestra opinión, donde nos hagan sentir mal, boicot. A tanto político macho que nos utiliza en campaña, boicot. El neomachismo se revuelve y va ganando terreno, basta echar un vistazo a las conductas entre adolescentes. Un gesto, un segundo, un comentario, una mirada, una actitud, todo suma. No podemos transigir.  

«Diario Palentino, 03/04/2016»

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