En la alfombra o en la calle

“Con la Ley Mordaza, el PP quiere achantar las molestas voces ciudadanas”

            Cuando los ciudadanos sentimos que las instituciones “representativas” han dejado de representarnos solo nos queda un camino, la calle. En forma de opinión, manifiestos, “mareas” o performances comprometidas, la espontaneidad del hartazgo nos saca de casa para hacer ver a los políticos de salón que ni les entendemos ni nos entienden.

            El fiasco de las tarjetas de Caja Madrid-Bankia ha colmado la paciencia hasta de los más conservadores votantes, esos que lo único que buscan con su voto es “conservar” sus privilegios y prebendas. Pero éste audaz gobierno de derechas enseguida ha reaccionado ante la molestia de las libertades ciudadanas y, aprueba, en solitario y contra el parecer de ilustres defensores de la democracia, una ley que pretende expulsarnos de las calles, nuestras calles, las de uso común, las que mantenemos y pagamos con nuestros impuestos, las que son inenajenables, imprescriptibles e inembargables. Y, es que la incómoda “plebe” perturba el sueño de los autócratas y fastidia con sus monsergas reivindicativas interrumpiendo la circulación de los audis oficiales.

            Las tarjetas B han condenado a los grandes partidos y sindicatos, les han metido a todos en la misma cesta. Su fin histórico se aproxima. Sin embargo, no hay mudanza sin estrés. Manipulados torticeramente los cauces de participación oficiales no nos ha quedado otra que hacer vida de barrio y conversación de terraza de café, así surge el germen de lo que, tal vez, ilusamente, creemos será la salvación de la opinión ciudadana. Minúsculas formaciones políticas aspiran a llevar nuestra voz a dónde todos tiene el derecho de hablar y nadie el deber de escuchar.

       Con su diario de abordo cada grupúsculo intenta recoger el eco insignificante de esas voces perdidas, un eco amortiguado en el grosor de las alfombras que aíslan el bienestar de superegos circulantes sobre calzado bien pulido, mientras tanto, en un millón de hogares familiares los niños no pueden hacer los deberes en invierno porque les han cortado la luz. Pero la condición humana es la que es, y los arribistas pronto aparecen en todas partes destruyendo la misión de los primeros ideales. En el PP aplauden con las orejas, y los ciudadanos lloramos a moco tendido. 

«Diario Palentino, 19/10/2014»

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