El diccionario Planeta-RAE

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“Y es que las viejas instituciones son exactamente viejas, y machistas”

            Ahora también comerciamos con la lengua castellana. Una editorial se ha hecho dueña y señora de la difusión del castellano a través de la Real Academia Española cuyos textos edita y comercializa, de tal modo que la RAE aparece secuestrada por una empresa cuyo objetivo, cómo le es propio, consiste en el máximo beneficio económico, persiguiendo con amenazas legales y en términos barriobajeros a todo bloguero que osa difundir y comunicar referencias a los acuerdos de la Academia (véase interesantísimo blog www.elcastellano.org).

            Y es que las viejas instituciones son exactamente viejas. La Academia española capitanea, bajo la presidencia del Rey de España, el uso del idioma castellano sometiendo a una dura criba las propuestas de incorporación al lenguaje procedentes de las veintiuna academias asociadas que representan a otros tantos países y sus 450 millones de hispanoparlantes nativos.

            Así, por ejemplo, se niega a borrar la expresión: “trabajar como un negro”, según le ha sido solicitado desde Uruguay en una campaña: “borremos el racismo del lenguaje”. Muchos autores y escritores critican que la RAE utilice palabras cotidianas para llevarlas a definiciones de la religión católica, véase cielo («morada en que los ángeles, los santos y los bienaventurados gozan de la presencia de Dios») o espíritu  («don sobrenatural y gracia particular que Dios suele dar a algunas criaturas»). El retraso con el que la Academia incorpora términos de la ciencia, la innovación tecnológica, las profesiones, etc., conlleva el necesario uso de palabros de otras lenguas, configurando un castellano tan puro como trasnochado, involutivo y encorsetado.

            Si de machismo se trata el asunto es escandaloso. Crea la Academia Felipe V en 1714, pues bien, la primera académica es Carmen Conde en 1979, es decir 265 años después. Pero aún hoy, de los 46 académicos tan solo 7 son mujeres y para colmo ¿pagamos? una publicidad a todas luces sexista por un denigrante anuncio publicitario en el que se recomienda a una madre el Diccionario de la RAE en términos de detergente que limpia, fija y da esplendor, y ¿por qué no un fanático futbolero exhalando exabruptos desde la grada? Fácilmente podemos intuir que la venta del volumétrico diccionario en desfasado formato interesa sobre todo a la editorial. 

 

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