¿Gastar menos o ingresar más?

diariopalentino.es

Elisa Docio

Este cambio histórico nos está enseñando más macroeconomía que todas las facultades juntas. Desayunamos con la prima y el Ibex 35. Es una suerte que mediante Internet podamos aprender todo, o casi todo, al menos lo visible, porque sólo el tiempo y la perspectiva nos dirán lo que en realidad se esconde detrás de tanta inestabilidad.
Sin embargo, no llegamos a entender, los no entendidos, la causa de que se proceda a reducir gastos en lo que más interesa a la sociedad y de tapadillo, en la complicidad de los intereses creados de representantes políticos, sindicales, consejeros, órganos y organillos administrativos, institucionales, cajas de ahorro y demás clacs, ocultan y acuerdan sus jugosos privilegios tirándose la pelota unos a otros en un desconcertante juego de culpabilidades inasumidas para distraernos aún a riesgo de incrementar su ya maltrecha proyección pública.
Pero la enjundia de la duda que no llegamos a comprender es por qué Ángela Merkel se empeña en que los Estados deben inyectar más recursos a la Banca, mientras la Banca sigue sin soltar un céntimo en préstamos, de modo que no se puede agilizar el mercado ya que éste requiere necesariamente dos partes y si nadie compra, nadie vende, luego no es necesario producir y por ende tampoco contratar trabajadores. Un círculo perfecto si lo que se pretende es producir parálisis para reiniciar un nuevo capitalismo en el que al final se regulará por la norma general de que «todos los días amanece un tonto, el caso es dar con él».
El segundo interrogante tan incomprensible como zozobrante, es por qué en vez que las administraciones gasten menos, no se propone primero que se gaste con mejor juicio y segundo ingresar más.
Tan solo se ha escuchado la voz de un millonario pidiendo que le cobren más tributos, pues como él mismo asegura, para sus trabajadores nominados la contribución a la Hacienda Pública es diez veces superior que la suya de acuerdo con la fiscalidad predominante, así se vuelve a dar certeza a otro refrán de mi abuela que decía «Dinero llama a dinero, pero es lo mucho a lo poco» y la bolsa del avaro nunca se llena.
Hasta que la cosas no vuelvan a tener el precio de su valor real y no el que algunos mercaderes, artificialmente, han hecho pagar por ellas no veremos la luz.

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