“Sin clases medias no hay generación de riqueza ni productividad”
El lenguaje se hace cada vez más complicado en relación con el dinero. Techo de gasto, prima de riesgo, control del déficit y “agencias de calificación”, especie de semidioses que por no se sabe qué extraño subterfugio con un palabra suya pueden hacer, como por arte de magia, que un país entero vaya a la bancarrota o renazca de sus propias cenizas en la próxima jornada bursátil.
Oír hablar de “rescate” nos pone los pelos de punta, antes nos sugería el salvamento de algún ser vivo en apuros, hoy es mejor que no nos perdamos en el mundo de las finanzas porque si nos tienen que rescatar es que hemos bajado de categoría hasta tercera regional, pasaríamos a ser miserables, despreciables, de casta financiera inmunda. Pero no estamos solos, somos como cuentas de cristal colgando de una lámpara veneciana cuyo esqueleto es la economía americana-USA, única por el momento que puede hacer temblar los cimientos de la tierra, aunque en silencio cada día esté más colgada de los bancos chinos.
Para quienes nos esforzamos en entender este juego diabólico acabamos concluyendo intuitivamente que aquí pasó lo de siempre, murieron cuatro romanos y cinco cartagineses, sin eufemismos, que los ricos lo son cada vez más y los pobres más quebrados. El abismo continúa in crescendo, no hay quien controle la hambruna en el cuerno de África pero tampoco las ganancias supermillonarias de algunas entidades financieras, y sin clases medias no hay generación de riqueza ni productividad.
En un segundo término volvemos los ojos al resto del mundo, rostros agonizantes de niños famélicos, incontables seres humanos desplazados y apátridas, sin agua, comida ni sanidad, con sus riquezas explotadas por naciones extranjeras, rebeliones islamistas contra sus autócratas, guerras intestinas sectarias, a lo que se unen las recientes turbas descontroladas de algunas capitales europeas y americanas o el resurgir de viejos conflictos en oriente.
Con esta música de fondo podemos hablar del milagro español. Con casi un cuarto de la población activa en desempleo surge el movimiento del 15-M, pacífico por principio, sosegado y clarividente. La ayuda de los polémicos 400 euros de ayuda familiar garantiza un mínimo de supervivencia y rebaja el riesgo de inseguridad ciudadana. Esperemos que la provocadora visita del Papa no traiga consigo un quebranto de tan cívica estabilidad. «Diario Palentino, 14 de agosto de 2011»