“El retroceso en la igualdad es patente, ni los partidos que enarbolaban la bandera feminista y de la igualdad respetan ya sus propias normas sobre las tan discutidas cuotas”
Ya antes de la crisis las cifras que daban los niveles de pobreza se engrosaban sobre todo por mujeres (70% de los habitantes del planeta). Mucho más, por supuesto en los países del subdesarrollo donde entre los pobres, las más pobres aún son las mujeres.
Pero en cualquier parte, la leyenda de que en caso de divorcio nosotras somos las que expoliamos al otro consorte no es más que eso, un tópico machista para hacer malos chistes y más que mediocres comentarios de barra de bar. La regla general es que una divorciada sufre automáticamente una merma en su poder adquisitivo y en la calidad de vida de sus hijos a cargo.
Sabemos por experiencia de nuestro entorno social que una mujer sin recursos propios es más candidata a perder el control sobre su propia vida que otra que se vale económicamente por sí misma.
Una crisis como la que estamos sufriendo está socavando aún más los cimientos de la desigualdad, y ante la escasez de medios las mujeres sufrimos más que los hombres si las circunstancias personales nos llevan al desempleo, al divorcio o al maltrato y con ello al callejón sin salida de la sumisión y el aguante.
Dicen los sociólogos que en los últimos años el número de matrimonios contraídos se reduce proporcionalmente a la población, tal vez mejor una vida en común sin contratos y para quien lo acredite alguna que otra subvención. También apuntan que los divorcios no disminuyen, sin embargo aumenta el número de parejas separadas o divorciadas que comparten techo porque no se pueden permitir dos viviendas, lo que será muy parecido a vivir en un infierno.
El retroceso en la igualdad es patente, ni los partidos que enarbolaban la bandera feminista y de la igualdad respetan ya sus propias normas sobre las tan discutidas cuotas mientras las mujeres socialistas callan y otorgan. En nuestro país concretamente la Derecha nos está dando lecciones, dos presidentas regionales, dos portavoces de nivel y no quiero meterme a contar diputadas nacionales y provinciales, alcaldesas, etc. por no salir trasquilada.
Dice el refrán del tahúr que si se juegan mal las cartas lo que se gana en un año puede perderse en un día. Es lo que nos está pasando a grandes zancadas. En los trabajos los hombres comienzan a invadir determinados empleos remunerados que antes nos dejaban para nosotras como a seres inferiores. En otras circunstancias se daría otra lectura y tendríamos que contárselo con positividad. Ahora estamos en una jungla de supervivencia, los codazos y pisotones son para los más expertos, si bajamos la guardia nos costará mucho tiempo y esfuerzo retornar al nivel perdido. «Periódico CARRIÓN, 1 de julio de 2011»