La importancia del número «dos»

Ante la proximidad de las elecciones locales, y en algunas comunidades también las autonómicas, las formaciones políticas afilan sus armas y ¡ojo avizor! acriban entre sus afiliados a la espera de seleccionar los “mejores” candidatos, es decir, los que presuntamente atraigan más votos en las urnas, pero luego la realidad es muy diferente y los entramados internos exhiben su poderío colocando a quienes por las más variopitnas circunstancias alguien quiere promocionar.

Y lo más curioso es que la prensa y los comentaristas de las tertulias se quedan fijos en el número uno de las listas pero muy pocos reparan en la trascendencia del número dos. El número dos es un proyecto, una maqueta con posibilidades de ascender, un candidato que genera, sufre y padece la ansiedad que produce el tocar con la punta de los dedos el “oro”, pero que corre el riesgo de ni tan siquiera subir la pódium con un humilde bronce.

El número dos es un sufridor perpetuo, criador involuntario de aviesos pensamientos. En silencio y sin querer, sueña que el “uno” se pega una piña o le da un yuyo para pasar a ocupar el trono principal. Seguramente luego se arrepiente de no poder controlar esos sueños desquiciados.

En algunos casos, además, el número dos puede ser el resultado transaccional de engorrosas negociaciones con la otra facción más poderosa de las multi-mini-tramas internas que alojan los partidos. ¡Hay que callar tantas voces guerreras tapando bocas!

A veces la jugada está preparada y negociada desde el principio. Se pacta “ab initio” el reparto de la legislatura, dos años para cada uno. Es la forma más fácil y segura de que un candidato de dudosas posibilidades llegue a la primera posición por la vía de la sustitución.

Una lista de candidatos no es nada casual ni tan siquiera lógico. Según el cargo que se trate de ocupar, si es o no codiciado, puede haber muchos voluntarios o hay que buscar pertinazmente quien acepte, como pasa en los cargos “gratuitos” o cuasi. Sin embargo, si hay buen sueldo, en un alto porcentaje los más idóneos no tragan pero muchos discretos mediocres consideran la oferta como que les ha tocado la lotería, de hecho les toca una buena pedrea durante al menos cuatro años, y la posibilidad de perpetuarse o ascender, ya se sabe, en política un mes es una eternidad. «Diario Palentino, a 19 de diciembre de 2010»

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