Si en alguna entidad financiera hay discriminación brutal contra las mujeres, es en las Cajas de Ahorro.
Ahora que el Gobierno presenta la Ley de Cajas sería buen momento para establecer la paridad en los Consejos de Administración. La Ministra de Igualdad debiera exigirlo.
A pesar de que buena parte de los impositores sean mujeres viudas y procedentes del mundo rural o pequeñas ciudades, la presencia de la mujeres en los Consejos de las Cajas de Castilla y León brilla por su ausencia, lo que habla de la escasa capacidad de los consejeros, porque es imposible que todas las mujeres de una región o del área de influencia de una Caja sean unas inútiles. La explicación es unívoca: en la elección de los Consejos (del Consejo no de la Asamblea) se practica la más salvaje ley de la selva, el más fiero se lleva el trofeo o se tapan bocas molestas dentro de los partidos políticos (Léase, P.ej: el Alcalde Valladolid en Caja Duero).
Y esto nos lleva a un segundo aspecto que es urgente regular.
Ahora que tanto se habla de limitar los contratos blindados de los ejecutivos, son precisamente las Cajas, privilegiadas entidades que no reparten beneficios ni pagan un euro por los saldos de las libretas de ahorro y además cobran comisiones de mantenimiento, las que aplican los euros del ahorro familiar de forma ineficaz e ineficiente, porque además de su pésima participación en la burbuja inmobiliaria, del importe destinado a la Obra social se detraen muy importantes cantidades que van a parar a los bolsillos de los consejeros del Consejos de Administración por reunirse para «gestionar» los ahorros de los impositores y acordar el reparto discreccional previo al dictado de los partidos políticos y de la Junta de Castilla y León.
Y llegan a ocupar los puestos de consejeros y cargos relevantes bien remunerados quienes han peleado y conseguido a dentelladas llevarse buenos pellizcos por «estar ahí». Sueldos, gratificaciones, dietas e indemnizaciones por desplazamientos pueden sumar importes entre los 20.000,00 y 290.000,00 euros anuales (Como lo ha acordado recientemente Caja España para su «segundo» de a bordo, según informa Cadena Ser).
El espectáculo de las fusiones de las Cajas de nuestra región ha sido desmoralizante, no solo para los propios empleados sino por el resultado final, la pasividad de los partidos políticos para poner orden entre sus fieras, el quiero y no quiero de la Junta de Castilla y León, la gestión bicefala en sedes, en cargos, en sobresueldos, los ingentes gastos de negociación durante tantos meses y el incierto resultado final que no dice nada en pro de abrir créditos a las Pymes ni a particulares, ni para activar la economía, más bien su ruinosa gestión llevará a hora la restricción de casi novecientos puestos de trabajo.