El Estado y los pueblos

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Las Diputaciones, como meras administradoras y consumidoras de dineros ajenos, siempre en entredicho y mucho más desde dedican el grueso de sus esfuerzos y atención a la cosa gastronómica, lúdica y taurina, se han dado cuenta de que las funciones que desempeñan son altamente quebradizas.

El plan de inversiones que el gobierno de Zapatero puso en marcha para los pueblos, de rebote ha dejado al descubierto tantas deficiencias que los alcaldes de nuestros pequeños municipios y entidades locales venían observando desde hace tiempo sin encontrar salida a tanto despropósito.

El FEIL, Fondo Estatal de Inversión Local, creado en principio para darle un impulso veloz a la creación de empleo, no solo está consiguiendo su objetivo principal, sino que además logra que el dinero llegue íntegro, total, sin manipulaciones ni las mermas intermedias de cuando pasa de mano en mano por otras administraciones y sin que sus asignaciones respondan a criterios de extrañas querencias.

Del Estado directamente a los destinatarios, sin intermediarios chupones ni politiquillos vacilones vendiendo en rueda de prensa y repetitivas inauguraciones el producto de los impuestos del sudor ajeno como está ocurriendo día tras día con las obras de la Villa de la Olmeda saldañesa.

Con un ordenador conectado a Internet es suficiente para que el dinero estatal llegue a su destino en toda su integridad, incluso anticipadamente a su justificación, lo nunca visto.

Las Diputaciones, como meras administradoras y consumidoras de dineros ajenos, siempre en entredicho y mucho más desde dedican el grueso de sus esfuerzos y atención a la cosa gastronómica, lúdica y taurina, se han dado cuenta de que las funciones que desempeñan son altamente quebradizas.

Ha quedado claro que su Servicio de Asesoramiento Local, atascado por falta de refuerzos adecuados, bien podría ser prestado por la Comunidad Autónoma como corresponde, en vez de esa mini Sección Local que en la Junta de Castilla y León tiene como cometido leer las actas de los plenos que le envían y archivar copias de los presupuestos y liquidaciones locales. Al menos los funcionarios provinciales, auténticos siervos de la gleba siempre cautivos y cuyo escaso poder de ascenso siempre está en manos de “curiosos” procedimientos, podrían pasar a un ámbito administrativo más amplio y enriquecedor para su trabajo funcionarial.

Algo está cambiando, al menos las crisis pueden innovar para mejorar procesos lentos, penosos y enviciados como los llamados Planes provinciales o “regalos presidenciales por decreto”. Y ¡Señores políticos de la Diputación! Dejen de vacilar con el “cartel”, también la Diputación obliga a colocarle, y en todo caso, como muy bien saben, corre a cago de la empresa adjudicataria y su coste se computa en el 22% de gastos generales que le aplican al contrato. «Diario Palentino,  27 de septiembre de 2009»

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