Salud pública

Privatizacion-de-la-sanidad-publica_imagenGaleriaUn paseo por la red virtual buscando cualquier enfermedad nos lleva a foros mundiales en los que, angustiados enfermos o sus parientes ponen en la brecha tan penosos como increíbles  lamentos que apenas podemos comprender desde la comodidad de nuestro sillón del bienestar. Historias de vidas reales sobre padres, hijos o hermanos que no son atendidos en los hospitales por no tener medios económicos suficientes para pagar a los profesionales, ni las estancias, ni los medicamentos. Personas de carne y hueso que ya han rehipotecado su casa, han recuperado su plan de pensiones, se han endeudado con otros familiares y no pueden continuar hasta la recuperación total porque se acabaron los recursos.

En muchos países los hospitales públicos son de tipo benéfico, no sirven la comida a sus pacientes, se lo tienen que llevar de casa los familiares, lo mismo ocurre con las medicinas, el médico pasa la visita y entrega el tratamiento al enfermo, la familia tendrá que comprarlo en la farmacia y llevarlo al hospital para administrárselo.

En su constitución de 1948 la OMS (Organización Mundial de la Salud) definió la salud como el estado de bienestar físico, psíquico y social, por cuanto a sensu contrario la enfermedad supondría cualquier desequilibrio temporal o definitivo de alguno o varios de estos aspectos de la vida humana. Definición demasiado ambiciosa para un mundo tan individualista e insolidario.

La salud, como parte primordial de la vida,  es un derecho humano no siempre elevado a la categoría de prioritario ni atendido suficientemente, sobre todo en aquellos regímenes imbuidos por las doctrinas del capitalismo y el liberalismo económico. Los sistemas de sanidad  y salud pública universal tan solo tienen reflejo donde se han implantado bajo gobiernos de ideas socializantes, solidarias y de reparto medianamente justo de la riqueza.

Los españoles tenemos la gran suerte de gozar de un sistema de salud público y universal, al que tenemos acceso todos los ciudadanos. Solo cuando enfermamos nos damos cuenta del valor inconmensurable de la salud y lo desvalidos que nos sentiríamos si no tuviéramos a disposición equipos médicos, instalaciones hospitalarias y fármacos para todo tipo de afecciones. Sin embargo ninguna conquista social es duradera si no se vigilan las fronteras. El liberalismo voraz bajo el lema, cada perro que se quite sus pulgas, siempre está ojo avizor para detraer recursos de los sistemas públicos en competencia. «Diario Palentino,  5 de julio de 2009»

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