En el entorno de los países desarrollados el gran éxito del siglo XX para la mujeres fue conseguir igualdad de derechos. Los textos constitucionales así lo ha ido recogiendo y garantizado. Loable, desde luego, el logro, aunque un poco retrasado.
Pero del dicho al hecho hay mucho trecho, y hay parcelas aún intangibles e inalcazables para la mujer. Son las del poder. Los hombres hacen el cerco y siguen mandando, no permiten que nadie se les acerque peligrosamente a los resortes de poder, marcan su territorio cada día con instinto primario. sea grande o nimio su reducto de poderío.
Lo vemos cada día. La prensa nos lo muestra. Reuniones, negociaciones, encuentros, ruedas de prensa, etc. son protagonizadas por hombres. En algunos casos incluso se adivina la presencia de alguna mujer, designada por ellos, como casuística que cuidan mucho los partidos para que no les tachen de machistas, pero el micrófono, la voz cantante y la decisión se ha tomado inapelablemente por hombres. Los resultados de tantos siglos de «organización» bajo dominio macho, a la vista están. Vergonzosos desequilibrios de riqueza, hambre masiva, miseria, destrucción imparable del hábitat, constante preparación para la guerra, crisis económica de efectos aún no calculados, trabajo infantil, mercadeo inhumano y sometimiento del poder político a intereses espúreos. Las cárceles están llenas de hombres. Ese es el balanzace del gran logro de tantos siglos de organización del hábitat humano en manos del vanidoso ser elegido por dioses del mismo sexo.
En la naturaleza, la fiereza en la defensa del territorio y del poder es patrimonio del macho, y así se actúa conforme a instintos primarios, más propios de la selva que de la razón y el control que ha de regir los actos humanos. Se sigue despreciando la aportación del punto de vista de femenino, de la creación de vida, de hacer despensa para el mañana, de cuidar el entorno familiar y social, de la justicia en el reparto del alimento, de la sanidad, de la cordialidad y el buen entendimiento.
Hay un irracional error de bulto en el reparto de papeles. Los hombres defienden la frontera, pero sin la aportacióna la par del valor de las mujeres las sociedades humanas siempre serán un desastre. «Diario Palentino, 21 de junio de 2009»