“La forma de afrontar los problemas internos en el Partido Popular no puede ser más chusca”
A mayor escala los estados se gobiernan como la propia casa. Nadie quiere arruinar a su familia y ser un desastre en la administración de su propio hogar, pero a veces ocurre que las cabezas directoras adolecen de esquemas caóticos y las familias se vienen a pique cayendo en todo tipo de desgracias. Es lo que nos podría pasar a los españoles si hoy nos gobernara el Partido Popular.
Con total desprecio a los ejes que sustentan un Estado de Derecho, las voces del Partido Popular hacen chanza de su propia presunta corrupción. Es denigrante para los oídos de un demócrata, sea cual sea su ideología, asistir al espectáculo grotesco de querer menospreciar la valía un juez valiente que lo único que pretende es hacer valer la ley frente a los delincuentes.
La forma de afrontar los problemas internos del Partido Popular no puede ser más chusca. La Presidenta de la Comunidad de Madrid, en continuo zancadilleo con el Alcalde de su partido, ha optado por dar ruedas de prensa de cariz burlesco. Como si la democracia española y las manzanas podridas de su partido fueran motivo de risa alguna. Esa es una muestra de lo que significa para los representantes de nuestra derecha la defensa de la legalidad.
Trillo, que siempre se ganó los cargos a base de acidez y hacer los trabajos sucios, presenta una querella por prevaricación contra el Juez Garzón, pero se le olvida, o no sabe, o le importa un bledo, que para acudir a los tribunales hay que tener poder notarial de representación. Claro que para quien pretende conseguir algún día volver a los procesos sumarísimos sin defensa ni trámite procedimental alguno, los poderes para pleitos son algo tan aleatorio como la presunción de inocencia. Si total, el Partido Popular ya ha condenado al Juez Garzón por no avenirse a tapar las presuntas actuaciones delictivas de destacados miembros “populares”. Atención, españoles, la propuesta de justicia que hace el Partido Popular con sus hechos es para llevarse las manos a la cabeza. ¿Qué harían si gobernaran?
Una democracia sana requiere la participación de partidos políticos en su función, gobernar o hacer tarea de control, según hayan decidido los electores. En ninguno de ambos casos cabe distorsionar el papel encomendado, y desde luego el rigor y la honradez han de presidir las actuaciones, es la mínima exigencia de una democracia que se precie.
En su día la corrupción interna en las filas del PSOE facilitó la llegada al poder del histriónico y déspota Aznar que tanto nos ha hecho avergonzar de cara el exterior y tantas desgracias nos trajo con sus aventuras bélicas pasándose por el forro el sentir nacional. Entonces el PP cargó las tintas y desenfundó las espadas para no dejar títere con cabeza. La justicia juzgó y condenó, los electores juzgaron y condenaron, los socialistas aceptaron el veredicto de la ley y de la sociedad respondiendo solidariamente de sus miembros corruptos. Eso es una lección de entereza y de respeto a las instituciones democráticas. Si se ha obrado mal hay que asumir colleja y redireccionar.
Sin embargo, como el Partido Popular parece considerar que la democracia es un decir, un marco teórico apto para conseguir llegar al poder y cambiar lo que estorbe a los gobernantes, la derecha no asume tener entre sus filas gentes podridas que se adueñan de lo público para su buen vivir, o para pagar espías y medrar dentro de su propio partido, o llevárselo a lo vivo mediante la extorsión mafiosa llamada por ellos “negocios”. En el fondo se defienden unos a otros con uñas y dientes porque en alguna medida se envidian y protegen para ser protegidos, cada uno en sus desmanes.
Hace años que la democracia española no anda erguida y derecha sino cojeando. La derecha española se está empeñando en no ser alternativa de gobierno, en demostrar que está más preocupada por sus propios intereses que por lo público que solo se utiliza como disculpa mitinera.
Aún son muchos los demócratas que sin ser de izquierdas votan a estas formaciones solo por una razón, para que no gane la derecha. Cuando no hay riesgo de que esto suceda, crece la abstención. Y en el rifirafe entre los dos grandes partidos y el despiste de los españoles, quienes ganan son los nacionalismos.
El PP está como los bizantinos pero en versión corrupta en vez de filosófica, aquellos discutían sobre el sexo de los ángeles cuando llegaron los turcos y les dieron candela, estos están enroscados por y entre sí sobre quien es mejor espía o tapándose las delincuencias. «Diario Palentino, 1 de marzo de 2009»