“Las estructuras sobre las que nos sustentábamos se han vuelto inoperantes”
Cuando la abundancia y el bienestar mantenido y creciente rodean la vida cotidiana, la ciudadanía se puede permitir perder el tiempo ante la pantalla grande de LCD, adhiriendo sus emociones al discurrir de vidas ajenas que lo mismo triunfan como al minuto siguiente padecen todo tipo de desgracias y contratiempos. De la panza sale la danza.
Pero en tiempos de vacas flacas cómo la preocupante crisis económica que estamos sufriendo, la cabeza comienza a funcionar para buscar o conservar las habichuelas cotidianas, es el momento de saber beber y atar la bota, es el momento de pensar, aunque duela, de reflexionar y analizar en qué nos estamos equivocando al organizar el funcionamiento de nuestro grupo humano. El desánimo procede de tomar conciencia de que las estructuras sobre las que nos sustentábamos se han vuelto inoperantes, han quedado obsoletas. Concluimos, una vez más que el capitalismo, como praxis económica, crea la riqueza y también en su uso desviado la destruye.
Aunque lo más sencillo y socorrido es buscar cabezas de turco que tengan la culpa de todo lo que ocurre en el planeta o en la calle de al lado, lo cierto es que aunque cortáramos esas cabezas nada cambiaría, las que las sustituyesen ninguna cosa más podrían hacer a estas horas de la película, todos somos contribuyentes de la situación actual, todos hemos participado en la provocación del descontrol con nuestro inconsciente sistema de supervivir a lo grande, como la cigarra consintiendo y haciendo la vista gorda cuando otros comían las uvas a puñados como en la fábula del lazarillo.
Y como además los humanos somos predecibles, de nuevo nos comportamos como las ranas pidiendo a los dioses que manden un rey para gobernar el charco, y los dioses nos envían a Obama, un icono negro, con perfil de película y pico de oro que sin tardanza será el fundador visionario de un nuevo credo para dar fe a esta civilización occidental ganada por el descreimiento, con la espiritualidad degradada por un materialismo desbocado y temerosa por otro lado, de que el moro musulmán, cohesionado por el integrismo ciego, nos subyugue o elimine a base de demografía agresiva, radicalismo y terrorismo indiscriminado.
Los ojos del mundo están puestos en la búsqueda de alguna luz, es el momento en el que aparecen los predicadores de la salvación, los demagogos y los estafadores vendiendo humo. Pero también es el momento en que a quienes haya tocado desempeñar la oposición política al gobierno de turno, aprovecharán el tirón del malestar para verter acusaciones indiscriminadas y pedir que comiencen a rodar cabezas a diestro y siniestro, es lo que se llama instrumentalizar la desgracia sin reparos.
En nuestro caso español, el Partido Popular pretende hilar un discurso de salvación explotando el sufrimiento de los cada día más numerosos ciudadanos que ven quebrar su medio de vida quedándose sin trabajo. Siempre el sufrimiento incomprensible está en la base de los credos. Sin embargo para nuestro principal partido de la oposición el cielo tampoco luce luminoso. Representa per se el capitalismo al que se responsabiliza del revés financiero. Su doctrina solo puede convencer a las minorías que manejan productivamente los recursos de producción pero que han descuidado una programación duradera del mercado a medio y largo plazo.
La imagen que está dando el PP en sus últimos tiempos es lamentable y confunde al más conservador. Su portavoz posando en «deshabillé» parece mezclar la política, asunto serio, con la farándula del cotilleo erótico, banalizando el servicio público en un momento en que la seriedad ha de tomar un rictus casi de funeral. Además que como mujer triunfadora en los ámbitos defendidos con uñas y dientes por los hombres, vuelve a colocarnos en el papel ornamental de floreros, tal vez lo sea. No podemos imaginar a Rajoy posando de boy semivestido y descalzo apoyándose en al portamaletas de la habitación de un hotel con mirada penetrante de felino. Hay tantas obedientes y sumisas en política que no se puede saber si la función que desempeñan se diferencia de la que realizarían los hombres que las ponen para salvar de las habladurías la cuota igualitaria y disponer de una longa manu y del asiento a capricho para cualquier momento en que lo necesiten para sí o cumplir con algún sustancioso compromiso. Debiéramos disponer de un observatorio específico para detectar las falsas de las verdaderas mujeres independientes y con criterio de las bien mandadas fans con pompón. En ese sentido no hemos cambiado en los últimos setenta años, cuando Victoria Kent decía que el voto femenino sería, como así fue, la duplicidad del voto de los maridos.
El PP anda sumido en una confusión de al quince. Con un líder sin liderazgo agarrado al asiento después de haber perdido estrepitosamente dos comicios electorales y sobre el que gravita cruelmente la sombra del singular fenómeno Aznar. Una formación política con vocación y posibilidades de poder que ahora quiere esconder su faceta ideológica por representar al capitalismo voraz que preconiza y al que unánimemente se acusa de la crisis actual. ¿Porque quien se ha enriquecido en los tiempos de boyanza? Quién solo tiene sus manos para trabajar desde luego que no.
La derecha española discursea sin parar exigiendo mayores controles de seguridad ciudadana mientras destacados dirigentes de su partido utilizan dineros públicos para espiarse entre ellos mismos y poder conseguir pruebas de extorsión política en sus propias filas, con el solo ánimo de cumplir expectativas personales, no ya de interés general ni tan siquiera de partido, sola y pura ambición egocéntrica personal.
El transcurrir del tiempo y los vientos huracanados se llevaran la polilla que agujerea la trama conservadora, pero el olor a rancio de los trapos sucios del PP tiene aún un largo recorrido mediático que acabará por desfondar sus propios argumentos. Sus posiciones están muy lejos de la lealtad y el servicio a los ciudadanos. Es de tal envergadura el ansia de tomar las riendas de gobierno a cualquier precio que cualquier medio vale, todo vale. La lacra para la democracia española no ha hecho más que comenzar. Las actitudes degeneradas desvirtúan cualquier discurso, y volver convencer al ciudadano de la honestidad siempre se convierte en un duro camino una vez quebrada la confianza. La moviola no da marcha atrás. «Diario Palentino, 25 de enero de 2009»