El poder se rebela

2008-11-25

«Los poderes son hermanos, puede que se ladren para defender la lindera, pero no se muerden jamás»

Por encima de todos los pecados capitales, mortales y veniales se alzan la soberbia y la envidia. Hubo un octavo capital, «la vanagloria» que fue eliminado por Santo Tomás de Aquino, seguro que temió quedarse sin parroquianos al ver que, contando con si mismo, no encontraba en el horizonte humano a nadie capaz de levantar el dedo honestamente jurando no tirarse el moco por alguna de sus virtudes o aptitudes. El yo-yo-yo.

De los restantes, -la gula-, es el más consentido, pues es de las pocas alegrías que le quedan al clero en este mundo plagado de tentaciones cuya práctica resulta prohibida por inconsistentes y extemporáneas razones, claramente incomprendidas por los de dentro y mucho más difusas para los oyentes y espectadores externos.

La avaricia, la pereza y la ira, más que pecados son cualidades connaturales incluidas en la definición de ser humano y si me apuran, de acuerdo con la nueva ciencia, seguro que pueden considerarse reacciones químicas respondiendo a la segregación o carencia de determinadas substancias que regulan el funcionamiento fisiológico o neuronal.

De las virtudes correspondientes mejor ni hablamos, porque esas requieren conductas conscientes. Hay que proponerse y ser constante para poner en práctica humildad, generosidad, castidad, paciencia, templanza, caridad y diligencia, esos comportamientos no salen automáticamente de la fiera que tenemos dentro.

Y para sabiduría de vanagloria y prepotencia, quien mejor que el que presume de hablar por mandato divino o masivo humano. A veces tenemos la tentación de pensar que cada día que pasa es mayor el abismo entre los poderosos y los gobernados, pero si miramos un poco a la historia nos daremos cuenta de que la situación es igual desde que existe la humana raza poblando la tierra. Nunca hubo chabolas junto a la iglesias ni junto a los edificios gubernamentales, pero si casas y mansiones blasonadas. Los poderes son hermanos, puede que se ladren para defender la lindera, pero no se muerden jamás.

Ya lo dice el refrán castellano, -Dime de que presumes y te diré de qué careces-. Las enseñanzas, las instrucciones y las consignas son para los que obedecen. Ya lo decía mi padre: – Haz lo que digo, no lo que hago- por lo menos era sincero, otros pretender hacer ver que son lo que ni se les parece, o con el auto bombo de su ego intentan ocultar sus muchas deficiencias y defectos.

La Iglesia de las púrpuras está a años luz de las bases y del pueblo al que dice orientar y dirigir en la espiritualidad de la fe, pero los gobernantes de turno no están menos lejos. Los poderes se tocan los dedos en la cúspide pero no se arañan. La Iglesia católica reclama agresivamente el dominio de su territorio en el que dicta lo que hay que hacer, decir, pensar, creer e incluso votar. El gobierno que se precie de querer gobernar para poder poner en práctica, al menos algo, algo por poco que sea,  de lo que considera mejor para los administrados, tiene que negociar, terciar, transigir y hacer la vista gorda en asuntos menores para no llegar a males mayores.

Un Estado constitucionalmente laico celebra funerales de Estado bajo el rito religioso de la cristiandad, mantiene crucifijos y otros símbolos en edificios civiles y en las fórmulas de los cargos públicos, protesta someramente pero sin acritud. Entre ellos se entienden. La plebe calla e inerme no entiende para qué tanto ruido si todo va a quedar igual, puro folklore que esconde lo que de verdad hay detrás: guerra a muerte por el poder terrenal..«Periódico CARRIÓN, 1 de diciembre de 2008»

* Viñeta publico.es

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