“Cada “proceso congresual” mueve montañas, despierta dormidos, renace latencias y revive hibernantes”
Entre padres, hijos y hermanos nadie meta las manos, reza la sabiduría popular. Dónde hay muchas cabezas hay muchas opiniones, y la competitividad es inherente a la humana raza.
Los partidos políticos en nuestra democracia no se comportan internamente de forma diferente a como lo hacen cualquiera otra forma de agrupación humana en la que enseguida, y por noble afán que guíe la actividad, sale la aspiración de resalte. Los niños quieren ser más altos, más guapos o tener más juguetes. Antes queríamos tener un papá policía para que nos defendiera de crueles compañeros. De mayores no cambiamos esencialmente, cambiamos nuestros gustos y deseos, pero el fondo de querer ser más en algo es el mismo.
Estamos viviendo las belicosidades internas en el ámbito provincial de las dos grandes formaciones políticas, PSOE y PP. Cada una a su aire, ambas organizaciones despiertan pasiones en el seno de la militancia, entre los seguidores y simpatizantes, mientras el común de los ciudadanos ni se entera, o la minúscula parte “enteradilla” sotoríe ante la gresca familiar y entre ellos se aplican mutuamente la máxima de Napoleón: “Si el enemigo se equivoca, no le distraigas”
El artículo 6 de la Constitución española que gobierna nuestros destinos dice cuando regula los partidos políticos que: “Su estructura interna y funcionamiento deberán ser democráticos”. A juzgar por los chispazos que quieren traslucir volcanes sumergidos, existentes o ficticios, algo hay que modificar. Mal ejemplo para los ciudadanos confiados en el sistema democrático que tanto orgullo nos despierta. La salida es muy sencilla: será líder amado, respetado y obedecido el que sea capaz de demostrar que en su formación este mandato constitucional funciona con transparencia y claridad.
Cada “proceso congresual” mueve montañas, despierta dormidos, renace latencias y revive hibernantes. Los recién llegados se quedan perplejos con los ojos abiertos de par en par sin entender lo que se ruge en la prensa o en pequeños círculos, los viejos zorros conocen y practican las viejas estrategias de patear el árbol para que caigan las nueces o amenazar con rupturas para abrir una negociación conciliadora que les mantenga. Quienes se enteran a medias porque confían a píes juntillas, odian en silencio a quienes osan denostar a su líder. Pero los más temerosos son los que tienen más que perder.
Es usual que cuando llega a la cúspide un nuevo mandatario remueva las sillas y quiera ocupar los asientos mas destacados con personas de su confianza. Quienes gocen de la confianza de otros caerán como fruta madura. Estamos en otoño y es tiempo de poda, para que las plantas crezcan adecuadamente hay que quitar viejas ramas mortecinas dejando los muñones a la espera de la llegada de nueva savia con energías, ideas y proyectos que aporten oxígeno al nuevo tronco.
La imagen que muestra las fichas de dominó derribándose unas a otras en larga sucesión, puede ser el ejemplo más gráfico de cómo en política una hora es una eternidad. Si cae la primera, todas las que están lo suficientemente cerca serán derribadas por la propia inercia. Ante los anuncios de abandono y renovación de liderazgo muchos rostros quedan pálidos, sudando fríamente un futuro oscurecido de repente por la incertidumbre.
¡Es bueno ser rey! ya lo decía Mel Brooks en su Loca Historia del Mundo. ¿A quien no gusta el poder? pero mesura señores y señoras de la política. Que los ciudadanos ya estamos bastante quemados con la crisis.
La “obamanía” parece que ha dado un respiro a la preocupación por la situación financiera y ha distraído los ánimos para celebrar la llegada del hombre negro a la cima del poder mundial. Por fin se ha demostrado que pueden ser verdad muchos de los tópicos que llenan programas electorales. Muchas lo hemos celebrado especialmente, como la llegada de Ángela Merkel a la cúspide europea, una mujer sentada en los tronos poderosos tradicionalmente reservados para hombres.
Y quienes creímos un día en la Igualdad como realidad asequible, para apartarla con el paso del tiempo y la experiencia personal al cajón de los sueños deseados e inconclusos, renacemos la emoción de que tal vez la Igualdad entre los seres humanos no se tenga que mentar siquiera porque será un hecho tan invisible como cierto. «Diario Palentino, 9 de noviembre de 2008»