Hartazgo ciudadano

“El desánimo mayor en la actual sociedad proviene de la falta de ideologías estables, coherentes y mantenidas”

Que «Homo, hominis, lupus est”, no es ninguna novedad para nadie, y a estas alturas solamente valerosos e ingenuos jóvenes lo niegan. ¡Ya darán con el culo en la cantarera! Mientras esto ocurre que entreguen sus fuerzas y sus bríos a proclamar la necesidad de solidaridad y justicia social hasta que entren en el mercado laboral, el de la olla de los propios garbanzos, y será entonces cuando los perros viejos enseñen a los cachorros que aquí no hay más que crueldad primaria y ancestral, mear el campo y conquistar el bocado a dentelladas secas y calientes, que diría con otro motivo el poeta.

La humanidad avanza a impulsos de personas siempre enteras, apasionadas e ingenuas, que no escatiman ilusiones y entrega hasta que hacen algo muy útil que ya suena, entonces es cuando aparecen las sanguijuelas para explotar el logro o el invento.

Por mucha fe que tengamos en la humanidad, por mucho que nos creamos que las cosas son como nos las cuentan, por mucha pasión y entrega que pongamos en la parrilla de la confianza de nuestras convicciones más íntimas, enseguida llegan quienes instrumentalizando todo para sus necesidades y caprichos, dan al traste con las ilusiones, se apropian cosechas ajenas y hacen campo quemado a su alrededor para que tampoco nadie coma lo que ellos desprecian.

Guillermo de Miguel, con quien no comparto ideología política pero si de la otra, la humanitaria, la invariable y auténtica, me envía por correo una estupenda reflexión sobre el ruido de fondo que hacen los políticos para no dejar oír lo que de verdad importa, y se pregunta -¿Por qué no se callan?-

Cuando Aristóteles, el estagirita, enunció aquello de “El hombre es un animal racional político” acertó a medias en ambos calificativos. Racional a veces, político por la necesidad de vivir en sociedad y servirse mutuamente de lo que la vida en común puede aportar.

Así pues en la historia de la humanidad siempre hubo líderes y emperadores. Más poderosos cuanto más crueles, fríos y calculadores. En todas las escalas de poder y en todos los tiempos, quienes ocupan los más altos escaños suelen ser los más sanguinarios, aunque pongan cara de ángel, voz de gato y se vendan a sí mismos como la panacea contra el diablo.

Los ciudadanos estamos muy ocupados en nuestro ir y venir para conseguir nuestros garbanzos, organizar nuestra vida, atender a la familia o cotillear en la esquina. Les dejamos hacer mientras no molesten demasiado, les oímos como ruido de fondo, como chicharreo monótono y consabido, la atención a su persona nos dura cinco segundos, solamente alertamos la antena cuando se pasan de listos y atentan contra nuestra integridad mental porque nos creen tontos. Entonces es cuando dejamos tirado todo lo que tenemos en las manos y se nos escapa algún improperio a tono.

Pero el desánimo mayor en la actual sociedad proviene de la falta de ideologías estables y coherentes. Ya no hay filósofos que las enuncien ni políticos que las mantengan. Los límites ideológicos se mueven como arenas movedizas. La izquierda negocia y se rebaja hasta el dolor y la pérdida de fe de sus propios creyentes, la derecha se endurece y reblandece como papel mojado al ritmo de la papeleta electoral. ¿Quiénes somos? ¿Dónde estamos?

Nuestra identidad política zozobra, está en crisis, dudamos hasta de nuestra propia opinión. El ser o no ser hamletiano no importa ya en nuestro pensamiento abotagado entre la confusión y el sumo consumo del bienestar. No hay duda existencial, ni fidelidades, solo inmediatez (cortos, breves, sms, spots, series y adhesiones incondicionales a lo que diga el jefe).

Las declaraciones programáticas se comen con patatas, como las promesas de aquí o del más allá. Los carteles electorales se caen con las primeras lluvias y acabamos yendo todos juntos a misa si hay fotógrafos preparados. Los obispos son políticos con mitra, y algunos políticos, de izquierdas o de derechas, son obispos sin ella. Que más da, el disfraz, si los atuendos se llevan en el alma y emergen a cada paso en falso del que los quiere ocultar.«Diario Palentino, 28 de septiembre de 2008»

2 comentarios en “Hartazgo ciudadano

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