Estos pequeños mundos

“Hay quién aprovecha para hacer operación de autolimpieza en el seno de sus propias filas”

Es la experiencia anual, cada verano nos pasa de nuevo, salimos de casa para variar, para cambiar de escenario y “conocer” otros lugares. A la vuelta inexorablemente nos percatamos de lo pequeño y nimio que es nuestro mundo cotidiano.

Sin haber digerido el viaje, recién terminado, ponemos pies en el suelo, afortunadamente aterrizamos, pero nos encontramos otra vez con los dimes y diretes. Que si el pregonero sanantolinero se cae del cartel y hay que improvisar uno nuevo, que si la alcaldesa de Paredes se enfada porque no la dejan ser la Virgen en el sarao de la cofradía.

¡Con lo grande que es el mundo! Pensamos para los adentros, sin darnos cuenta de que en esas otras dimensiones que someramente hemos visitado, también existen minúsculos asuntos cotidianos que ocupan la mente y el tiempo de sus ciudadanos. La diferencia es que nosotros vamos de asueto y no estamos el tiempo suficiente para entrar a conocer los entresijos de esas ínfimas preocupaciones que no quitan ni ponen nada en el universo.

Pero no todo son naderías lo que encontramos al retorno. Hay asuntos que verdaderamente requieren una atención esmerada y estar a la espera de lo que ocurra al final. Así a la sombra de las vacaciones y consiguiente despiste estival de los conciudadanos, hay quién aprovecha para hacer operación de autolimpieza en el seno de sus propias filas. Cuerpo a tierra que vienen los míos, según dijo Pío Cabanillas o Gila, no se sabe a ciencia cierta quién de los dos ilustrados lo enunció primero.

El fantasma de la corrupción siempre cuaja, sea cual sea la época del año y el lugar. Difama que algo queda o airea la menor para ocultar la mayor. Al bajar del avión, casualmente me encontré con un conocido del Partido Popular de la vecina ciudad y me contó lo del presunto affaire denominado trama solar, o algo así. Ya de paso aprovechó el tirón para decirme eso de: “Vosotros los socialistas, que hacéis que no sacáis a la luz lo de Mister X (famoso cargo público “popular” del partido y del gobierno regional) que es el dueño oculto de los parques eólicos que rodean vuestra ciudad”. -Aporta pruebas-, le respondí, -denúncialo a la fiscalía, y si tan cierto lo tenéis por qué no hacéis la depuración vosotros mismos-. Cada cual que se lave sus trapos sucios.

Las novelas de intriga lo cuentan muy gráficamente, y no son sino reflejos de la realidad. A veces ante una situación de riesgo propio el ser humano pone de escudo a otros congéneres para protegerse a sí mismo. Puede que la verdadera trama, la enjundia que aportará pingües beneficios derivados de la cosa pública, no esté hacia donde se quieren dirigir las miradas iracundas de los ciudadanos, distraídos así de las verdaderas y auténticas presuntas corrupciones a escala mucho mayor.

Frecuentemente, ladinas mentes entrenadas en idear ardides para garantizarse la propia supervivencia en el suelo volcánico de la dedicación política, son capaces de arbitrar estratagemas y falsas acusaciones para provocar una condena pública por sospechas, a quién tiene la información y puede transmitirla, sobre asuntos oscuros, muy oscuros, casi increíblemente opacos. De este modo la opinión pública condenará la menor y queda a salvo inmune la mayor que es mucho más jugosa.

Algún psicólogo ilustrado escribió hace poco tiempo que, para conservar los amigos es preciso no conocerlos a fondo en todas sus dimensiones. Lo mismo se podría decir del lugar donde vivimos, será mucho más grato y agradable si no conocemos sus estercoleros, como cuando vamos de turismo que nunca nos llevan a los arrabales.

Pero las corrupciones y corruptelas en la cosa pública son harina de otro costal, aunque no nos guste ni nos agrade el tema, las cosas claras deben quedar sobre la mesa y llegar hasta el final. Por el bien de todos, por el bien del sistema, para dejar algo medianamente decente a nuestros hijos. www.elisadocio.com

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