A vueltas con los Secretarios Municipales II/II

“La legislación general es igual para las grandes ciudades que para los diminutos municipios”

La solvencia económica es el eje de la autonomía local. La despoblación rural nos trae situaciones verdaderamente escabrosas. Nos encontramos con ayuntamientos de nuestros pequeños pueblos que apenas tienen presupuesto para pagar al secretario municipal, la mayoría de las veces compartido y del que reciben la visita por horas. La Junta de Castilla y León, responsable competencial de la organización territorial a efectos administrativos no piensa poner el dedo en la llaga, y en una reflexión pública que expuse al Consejero, Sr. Carriedo, en la reciente jornada de difusión del Estatuto, me respondió que para respaldar a los municipios en su falta de recursos ya están las diputaciones y que nos dirigiésemos a ellas.

Cuando el secretario entra con su coche por las calles del pueblo, los vecinos no pueden eludir el pensar en cuanto les cuesta el sueldo. No piensan lo mismo del médico, por ejemplo, porque no le pagan directamente. En el mundo rural todavía lo que no sea trabajo físico no es trabajo de verdad.

El secretario aparece como ese funcionario que hace fotocopias, pone sellos, abre y cierra las oficinas con su llave, enciende la calefacción si existe, despacha el correo, coloca avisos de multas de otras administraciones en el tablón de anuncios, hace volantes de empadronamiento, cambia de titular los recibos de agua, pone pegas, dice que no y recuerda a los deudores que lo son.

Nadie se para a pensar que ese funcionario es cuando menos licenciado universitario, y ha sobrevivido a una durísima oposición, que domina un amplio temario no solo de administración local sino de todo lo que venga al caso, que debe mantenerse al día en la vorágine legislativa, de las novedades y discordancias entre leyes estatales y autonómicas, que es quien informa y tramita todos los expedientes que se presentan, sean aprovechamientos forestales, montes, cotos, leñas, pastos, apicultura, sean arrendamientos rústicos y urbanos, repartos de bienes comunales, contrataciones de obras, servicios, suministros, etc. Que se encarga de la solicitud, ejecución y justificación de subvenciones, contrataciones laborales, planeamiento y gestión urbanística con sus desarrollos urbanísticos, licencias de obras mayores, menores y de “aquella manera”, ruinas que son muchas y su ejecución subsidiaria, licencias medioambientales con las conflictivas instalaciones de vertederos y antenas, placas fotovoltaicas y aerogeneradores. Informa las quejas, dudas y reclamaciones de todo hijo de vecino, incluidas las responsabilidades patrimoniales. Mantiene y actualiza el padrón de habitantes, el censo electoral y en muchas ocasiones hasta el Registro Civil y el Juzgado de Paz. Confecciona, tramita y pone en práctica las ordenanzas fiscales para allegar fondos a la economía municipal. Lleva la intervención contable en la gestión del gasto de los dineros públicos, el Presupuesto de la entidad, su liquidación, la Cuenta General y su rendición al Consejo de Cuentas, el asesoramiento jurídico y la fe pública en los plenos municipales, entre otras múltiples y variopintas funciones.

Tiene que conocer las leyes que regulan todos los aspectos, porque la legislación general es igual para las grandes ciudades que para los diminutos municipios y aunque los temas sean a escala, las leyes y los trámites son los mismos. Tiene que hacer una sola persona lo que en los grandes consistorios se tramita en múltiples servicios con técnicos especialistas en cada materia. Su coche siempre lleva documentos para presentar en registros públicos y enviar certificados porque la administración electrónica ni llega y el correo bajo mínimos.

Pero también tiene de hecho otro uso instrumental. Viene muy bien que sea de fuera y le pague el pueblo para con mayor facilidad convertirlo en escudo humano de los ediles que prontamente sueltan al ciudadano descontento aquello de “Lo ha dicho el Secretario”. También entra en el sueldo. Disponer o no de un buen funcionario municipal se traduce enseguida en visibles consecuencias, causa o ahorra disgustos personales para los dirigentes municipales. Hay secretarios buenos y los hay baratos, como en todo. www.elisadocio.com

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