El personal sabe que está en un empleo precario.
Luis Capella, Director general de Hospital de Pymes
«…uno decide acudir a una de esas tiendas que proliferan en las ciudades y que, a veces, están especializadas en nuestro operador favorito de telefonía móvil. En esos puntos de venta, se suelen encontrar dos tipos de ¿vendedor? muy destacados:
1. El «ingeniero técnico en teléfonos móviles», auténtico experto en explicarnos cosas incomprensibles que puede llegar a realizar cada aparato que nos ofrece, casi siempre utilizando siglas y términos de un idioma que uno no sabía que se utilizaba fuera del Estado de Wisconsin. Así, podemos optar a tecnologías UMTS (o algo así) gracias a los sistemas USB que permiten que el GPS actúe con wireless, lo que es muy importante para aplicar BlueTooth en el coche… Pero yo sólo quería un teléfono y que haga fotos, que mi perrito es muy mono y quiero ponerlo de salvapantallas… Al final ante la disyuntiva de matricularse en una Escuela Técnica Superior o seguir con el viejo aparato, uno decide irse a su casa y olvidar lo del perro y la foto.
2. El otro tipo, posiblemente más frecuente, es el «vendedor intriga», Se trata de una persona que disimula su ignorancia dando pequeñas dosis de información. Lo grave es que amplía su información cuando algún cliente le aporta esos datos que, por sus propios medios, el nunca llegará a conocer.
Por ejemplo: ¿Si me cambio a este teléfono, tengo obligación de quedarme en este operador? Cuando el vendedor va a decir que sí, no o a lo mejor (respuesta aleatoria pura) nos ayuda ese cliente que espera turno y, amablemente nos informa de plazos, penalizaciones, etc. Son curiosos esos tipos de contrato. Confieso que me entran tentaciones de matricularme en la Facultad de Derecho. Sí, porque ya cuento con la licenciatura en Económicas, pero me falta el soporte legal para entender ciertas cosas.»
Parece que hay un contrato en el que te regalan un teléfono, pero, a cambio de «casarte» con una operadora (empresa, no una señorita) durante más tiempo que lo que dura una hipoteca. Si rompes el contrato, parece que pueden perseguirte y lo pasarás muy mal. Es lo que tiene ser infiel. No le preguntes al vendedor si puedes darte de baja, si la operadora da mal servicio, si tiene poca cobertura en la playa o si sube las tarifas a su antojo. Se limitará a decirte que «son lentejas», o sea que te casas con la operadora, no la puedes abandonar, pero ella te puede hacer lo que quiera.
Y menos mal, porque si nos fiamos del vendedor, podemos acabar perseguidos judicialmente por la operadora de turno que nos «cede» a menor precio un magnífico aparato, siempre que sigamos x años como clientes…