«Los derechos de los invisibles tienen que imponerse así, a golpe de valentía y convicción, no camuflando argucias bajo techos de cristal»
Hay hitos en la historia que son indiscutibles e imborrables. Zapatero, el de suave discurso y hechos contundentes, acaba de dar un paso de gigante, una zancada revolucionaria y atrevida en toda su extensión. Va camino de hacer realidad el dicho al hecho, siempre tan distante en el machista mundo latino que pregona con las palabras lo que niega con los hechos.
La escena de la mujer-ministra embarazada pasando revista a las tropas militares ha sido de lo más rotundo en la escabrosa senda de la equiparación de derechos, obligaciones y responsabilidades entre personas. En forma alegórica podría verse la vida que viene por encima de las armas que la quitan, un nuevo enfoque, tal vez un gesto para comenzar un largo recorrido hacia una lejana paz mundial. Una foto que ha dado varias vueltas al mundo y quedará recogida en los anales de historia de la humanidad.
Un gobierno compuesto con mayoría de mujeres por primera vez en la historia ha hecho resonar un interminable crujido de dientes. Zapatero ha querido rodearse de lo mejor, ellas y ellos, gente con una preparación previa procedente del esfuerzo personal, nueve de diecisiete no tienen carné del partido. Para nosotras ha abierto un camino sin retorno, para sus sucesores y homólogos ha puesto el listón muy alto. Los derechos de los invisibles tienen que imponerse así, a golpe de valentía y convicción, no camuflando argucias bajo techos de cristal y palabras hueras a que nos tienen acostumbradas quienes dicen una cosa y hacen otra.
El eco de la decisión ha puesto al descubierto muchas debilidades humanas pero también adhesiones insospechadas. El machismo rancio e ignorante no ha podido contener sus comentarios incorrectos, incluso insultantes. ¡Qué le vamos a hacer! maulas y retrógrados quedarán siempre en todas partes. Lo más fino la berlusconada, predecible en el personaje. Otros muchos están saltando directamente a la grosería.
Sin embargo la adhesión y buena acogida por parte de algunas mujeres del ala conservadora puede darnos la esperanza de que por encima de todo subsiste un hálito de solidaridad entre nosotras, una especie de conexión, de lazo invisible que solamente nosotras somos capaces de comprender, porque sabemos lo difícil que nos resulta «llegar» a la meta, sea cual sea ésta. Al menos las comentaristas de la prensa de la derecha no se han cebado descalificando a las nuevas ministras, a lo sumo dudan, un detalle de mesura. Soraya Sáenz cumplió lo que creyó su papel de portavoz de la oposición emitiendo un ronroneo superficial y poco convincente. Esperanza Aguirre, tal vez consciente de la importancia del logro, y máxime si tenemos en cuenta lo que la está costando despegar también por ser mujer, se ha lanzado contestando al italiano: «una de las mejores cosas que ha hecho el presidente es nombrar a tantas mujeres en este Gobierno», posteriormente lo ha rebanado.
La creación de un ministerio específico de igualdad no es solamente una declaración de intenciones, es un compromiso, porque su responsable tendrá que rendir cuentas y explicar a cada paso sus quehaceres, sus proyectos, sus programas y los logros obtenidos. No en vano dispondrá de un presupuesto, de un personal y de unas instalaciones que deberán hacer cundir su rendimiento.
La intelectualidad progresista de todos los sexos se ha volcado en felicitaciones, apoyo y los mejores deseos para los responsables del nuevo gobierno. En el otro lado los consabidos «retros», los de siempre, que se empeñan en creer vivir en un valle de lágrimas, han empalmado las críticas a la propia portavoz del PP, Soraya Sáez, con las dirigidas a las ministras del PSOE, y así se recrean en su barbarie, inseguros y desconfiados de ser gobernados por mujeres. ¡Tan mal lo hacían sus madres en su casa! ¿O es que repiten los bárbaros arquetipos de su padres?
Zapatero es el primer político, que yo entienda, totalmente decidido a conseguir de facto la igualdad real por razón de género, lo está demostrando, no hace comedias. Tanto en hombres como en mujeres elige personas jóvenes, brillantes, preparadas y con una vida profesional previa independiente de la política. A los ciudadanos nos da seguridad, a las ciudadanas, además, ilusión y esperanza de progreso en una trayectoria real de igualdad. «Diario Palentino, 20 de abril de 2008»