Ser Mujer

«El mayor problema de la falta de progreso en la igualdad es aún la carencia de una conciencia de la desigualdad»

En alguna medida la coincidencia de fechas ha propiciado que la jornada electoral eclipsara, al menos parcialmente, esta celebración anual que todas las mujeres queremos recordar hasta que llegue el deseado día en que se pueda suprimir por innecesaria.

Tuve la suerte de poder acudir el otro viernes al 90 Foro de las Utopías en el ecológico municipio de Amayuelas. Hasta ese recóndito y perdido lugar de nuestra Tierra de Campos, llegó también Federico Mayor Zaragoza provisto de su sobrada sabiduría.


Entre otras muchas aportaciones sobre la forma de ver la situación mundial actual, se explayó en resaltar que vivimos en un mundo masculino y belicoso.
«Hoy tan sólo un 5% de mujeres ocupan los puestos de toma de decisiones a nivel mundial, cuándo ésta proporción alcance el 20%, estaremos salvados» alegó.

En su exposición, el ponente quiso dejar claro que vivimos en una economía de la guerra en la que se destinan más recursos a armamento que a cultura y alimentos. Propuso que era necesario cambiar las armas por las palabras, la muerte por el respeto y favorecer la transición de una cultura de guerra a una cultura de paz, estar siempre «en pie de paz», y para ello es imprescindible la aportación de las mujeres por que «las mujeres aguardan, aplazan la violencia». «Ha llegado el momento de las democracias genuinas, de ver a los invisibles y convertir los imposibles en posibles». Demasiado bonito para ser cierto más allá de las palabras. Así lo sentimos las mujeres.

Y es que hoy día las mujeres, incluso las de los países del presunto progreso, tenemos que seguir peleando por la igualdad ante leyes redactadas por hombres, ejecutadas e interpretadas por hombres. Y las mujeres que ocupan el poder en puestos de decisión también son designadas por hombres. No hay nada más que ver en la reciente campaña quienes han hablado, y en las fotos quienes han salido, y en los debates qué personajes han aparecido.

Cuando el esfuerzo está en nuestras manos, las mujeres prosperamos: jueces, médicos, funcionarias, notarias, empresarias, ingenieras, arquitectas, catedráticas. Cuando los puestos de nivel dependen de la decisión de hombres, hacen su aparición mujeres con «otros méritos», pocas y convenientes, para cubrir el expediente. Así nunca vamos a llegar, pura teoría. ¿Dónde están las brillantes y numerosas universitarias que nunca alcanzan los peldaños más altos del escalafón ni sus correspondientes sueldos? ¿Pariendo y criando hijos? ¿Preparando la cena a su esposo? ¿O haciendo el trabajo negro para que se cubra de gloria algún hombre?

El mayor problema de la falta de progreso en la igualdad es aún la carencia de una conciencia de la desigualdad, de las propias mujeres, y por supuesto de muchos hombres. Es un recorrido muy, muy lento. La postura reivindicativa no puede enflaquecer, y la educación en igualdad es imprescindible.

Hay que saberse en desventaja para poder reclamar, detectar las alarmas discriminadoras y denunciarlas, no soportar, no callar, aprender a decir alto y claro NO, NO, NO. NO somos incubadoras, ni el descanso del guerrero, ni la reserva espiritual de la familia, ni el regazo que todo lo perdona, ni la complaciente silenciosa. Somos por encima de todo personas, después cada género tiene sus peculiaridades y adornos. No vamos a confundir una parte con el todo. Todavía son muchos los hombres que no soportan un No por respuesta de una mujer, y muchos de los que presumen, en conversaciones públicas, de defender algo en lo que no creen ni practican en su vida privada.

La transición a la paz en el mundo está tan difícil como que las mujeres lleguemos a ocupar un 20% de los puestos de decisión a escala mundial. Cada día la historia cotidiana nos demuestra lo que estorban las mujeres sabias en un mundo de hombres en pie de guerra. Hace unos meses veíamos morir a la líder opositora y ex primera ministra de Pakistán, Benazir Bhutto, o las dolorosas imágenes de la candidata presidencial Ingrid Betancourt secuestrada en plena campaña electoral por la guerrilla colombiana de las FARC, hace más tiempo vimos como era asesinada en atentado la brillante política y pensadora Indira Gandhi, o cómo son apresadas mujeres que encabezan protestas contra regímenes discriminatorios y dictatoriales.

Proporcionalmente al número de mujeres que ocupan esas escalas de poder, las sacrificadas son muchas más que hombres, porque suelen tener otros puntos de vista más humanos y menos crematísticos, se orientan por otros criterios, muy perjudiciales para al poderío macho y los intereses económicos de los poderosos del planeta. De éste modo no vamos a ningún lado. » Diario Palentino, p de marzo de 2008″

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