Es insoslayable viajar por Polonia y no sentir los aún presentes gravísimos efectos de la II Guerra Mundial. Lugares, nombres, monumentos, rutas, todo evoca un doloroso pasado de la historia contemporánea que los polacos no quieren olvidar, que quieren tener presente en la memoria colectiva.
Pero ya con anterioridad Polonia tuvo una historia agitada. País llano y estratégicamente difícil de defender, fue siempre objeto del deseo posesivo de sus golosos vecinos. En todo o en parte ha sufrido invasiones y ocupaciones, suecos, rusos, ucranianos, otomanos. Gran potencia en el siglo XV, totalmente desaparecida del mapa político y explotada como colonia durante cien años desde el XVIII. Amenazada y expoliada por austriacos, prusianos, destruida por los alemanes y para remate el ejército rojo soviético. Nada aportó la economía comunista al desarrollo del país. El sindicado católico Solidaridad, nacido en los muelles del industrioso puerto de la ciudad de Gdansk bajo el liderazgo indiscutido del histórico y casi mítico “obrero de hierro” de nombre Lech Walésa, fue el catalizador de la instauración democrática a raíz de la elecciones de 1989.
La ciudad de Varsovia nos recibe con un sol brillante a pesar del duro clima continental. Aún a temperaturas de varios grados bajo cero podemos ver a los ciudadanos polacos en las terrazas de los restaurantes, envueltos en sus gorros con orejeras, sus bufandas y sus guantes, comiéndose un Zurek (sopa caliente de centeno con huevo cocido entero y algo de salchicha) plato nacional que calienta el estómago y el espíritu. Toda Polonia está llena de terrazas durante todo el año, los polacos salen a tomar el sol así que ven un solo rayo.
La ciudad, como todas las europeas tiene sus diversas zonas, la vieja y la nueva, junto a los grises cementos de las construcciones comunistas, palacios y edificaciones imperiales, iglesias, no olvidemos que el más del noventa por ciento son católicos y lo siguieron siendo bajo el régimen comunista, es la tierra del que fue papa Woytilla (Juan Pablo II). Museos, estatuas ornamentales en las plazas y grandes extensiones de impresionante naturaleza complementan esa otra ciudad, ultramoderna de llamativos edificios de arquitectura vanguardista que suele alojar hoteles, oficinas, sedes de empresas, dinero en movimiento.
Varsovia es una ciudad limpia, ordenada hasta el rigor, pero el endemoniado idioma no nos permite entablar conversaciones más que con los guías. El nivel de vida, aparentemente suficiente, no lo es. Nuestra guía de habla hispana es catedrática de química en la universidad, pero debe aprovechar estos encarguitos en sus días libres para poder pagar el recibo de la calefacción y seguir viviendo. Todos los polacos tienen varios trabajos, con uno solo no podrían mantener a sus familias. Su moneda, el zloty equivale aproximadamente a un cuarto de euro. Existen centros comerciales a la última, pero sin apenas clientela, no existe una clase media con poder adquisitivo suficiente que protagonice el consumo innecesario a mayor escala. Solo unos pocos burgueses ricos pueden vivir en cotas de lujo y demasía. La mayoría de la población sobrevive de puntillas.
El negocio del ámbar invade todo. Hay joyería en ámbar de todas las calidades y precios. “El Ruso”, es un mercado curioso de obligada visita que como cualquier mercadillo acumula todo tipo de artilugios viejos y nuevos, se articula en la parte alta de un estadio y lo rodea. Allí hay baratijas pero también bajo el faldón del kiosco puede haber piezas interesantes.
En cuanto a libertades públicas todavía la policía tiene algún tic del antiguo régimen en sus técnicas de exigir orden y seguridad. La política persecutoria y moralista de los gemelos Kaczynski ha supuesto un retroceso en libertad social. La persecución de los colaboradores del régimen comunista, de los homosexuales y otras originalidades integristas no parecieron gustar a sus súbditos. En política exterior, y siempre bajo el temor de sus amenazantes vecinos, los polacos se cobijan seguros en su relación con los EEUU, que también valoran éste aliado estratégicamente enclavado en pleno centro de Europa. “Periódico CARRION, 2ª quincena de diciembre de 2007”