“Una de cada tres mujeres muertas en España durante el último año no eran españolas”
En esta etapa de cambio social para los sexos que se ha dado en denominar la revolución silenciosa de las mujeres, hay muchos aspectos que no podemos pasar por alto. Uno de ellos, principal y fundamental es hacer una lectura adecuada de lo que supone y ha supuesto plasmar sobre el papel la obligatoriedad de la igualdad y la defensa frente a quienes agraden a las mujeres por serlo.
Leyes que fueron contestadas airadamente por los sectores más conservadores de la sociedad, algunas incluso recurridas de inconstitucionalidad, formaciones políticas que siempre han propuesto ventilar a gusto y placer, silenciosamente y en el seno del ámbito doméstico, lo que es un clamor en una sociedad civilizada, la necesidad de eliminar conductas discriminatorias y tópicos alienantes, aprendidos y transmitidos internamente de padres a hijos generacionalmente. Aún hoy cuando se trata de hacer balance de los logros obtenidos por las leyes progresistas, ésta derecha española tan amante de instrumentalizar a la las víctimas de cualquier contexto con fines puramente comerciales, digo electorales, arguye que cada año el número de víctimas aumenta. Confundiendo una vez más lo visible con lo invisible y aludiendo a cifras netas para desvirtuar el valioso contenido de valientes leyes admiradas incluso en avanzados contextos europeos.
No vale decir netamente que cada ño son más las mujeres muertas en España a manos de sus agresores del ciírculo familiar.Es preciso aclarar las cifras y sus entornos, llamar especialmente la atención en la línea que ya lo ha hecho Aministía Internacional, poniendo especialmente el dedo en la llaga y denunciando que «una de cada tres mujeres víctimas de la violencia de género era inmigrante».
Una de cada tres mujeres muertas en España durante el último año no eran españolas. La organización denuncia que al hecho e ser mujer se une el de ser inmigrante, a veces sin papeles, a veces por reagrupación familiar con respecto al marido. A su miedo al marido se une el miedo a ser expulsadas del país por no tener la documentación en regla, o no tener medios de vida propios. Nuestra avanzada sociedad europea que administra su reproductividad con rigor, precisa mano de obra, inmigrantes que hagan muchos trabajos para mantener nuestras cotas de bienestar en el nivel europeo. Y entre ellos un factor de disgregación social más unido a la extranjería laboral es el hecho de ser mujer. Pero veamos desde otro prisma, las mujeres que llegan con una visión estrecha sobre sus derechos, su concepción de la pertenencia y la obediencia de los países y culturas de origen, se encuentran con que todo es diverso en el nuevo mundo al que llegan. Ellas traen bajo el brazo su proclividad a la maternidad y su ancestral cultura familiar. Topan al llegar con la nueva cultura de los derechos que asiste a las mujeres en las sociedades civilizadas, no se pueden creer lo que ven, lo que oyen, nada parecido a su mundo, es mejor, es ganar, lo quieren para sí y enseguida lo reivindican. Si han tenido la valentía de dejarlo todo para abrirse nuevo camino no se vana arredrar para seguir la conquista. Sin embargo a muchos de “ellos” les pasa lo contrario, tampoco se lo pueden creer, no les gusta lo que ven, la libertad y la independencia de las mujeres les invita a insultarlas, se rebelan contra todas ellas, contra el concepto de persona independiente e ingobernable, se resisten brutalmente a perder “derechos” de dominio y lo hacen, las pegan, las encierran, las maltratan, las matan, no quieren que las “suyas” se contaminen del libertinaje y la ligereza moral. Ellas ven a su alrededor la libertad pero son ilegales, temen la expulsión, y al final siguen respondiendo como en su país: aguanta, aguanta…, los niños, sin medios económicos, ¿dónde voy? ¿ a quién se lo cuento? . El derecho español es de aplicación territorial, se aplica a los españoles y a toda persona que resida, transite o habite en territorio español. La igualdad es para todas, el derecho la integridad también y lo mismo que decir de el castigo que corresponde a los agresores de las mujeres y trasgresores de cualquier ley.Y sin embargo queda tanto por afinar. Pero recórdemos que tan sólo los gobiernos de progreso desarrollan políticas de progreso, en todos los órdenes, pero sobre todo en el que ahora nos interesa, en el de la igualdad y la defensa de las mujeres, por serlo. «Diario Palentino, 25 de noviemre de 2007»