Aunque sigue siendo la Perla del Caribe, ya la llegada al aeropuerto nos anticipa una buena dosis de lo que vamos encontrar después.
En un gastado espacio de techos muy bajos una informe masa humana que aparenta formar hileras, espera paciente pasar el visado por una de las catorce ventanillas. En cada cubículo acristalado de menos de dos metros cuadrados, se apiñan tres funcionarios que con ostentosa pacha revisan el pasaporte, te miran detenidamente a la cara para cerciorarse con rigor de que no escondes bajo tu aspecto de turista un infiltrado en contra del régimen.
Los taxis oficiales son conducidos por funcionarios, suelen llevar una foto del comandante y son adeptos fieles al régimen castrista. Ganan mucho dinero en su trato con los turistas, les va bien. Llevan la placa de matrícula en azul. Luego hay otros coches sin taxímetro que te pueden sorprender con la cuenta. Son los llamados “cuentapropistas” o autónomos a precio libre. Los de placa púrpura son de renta para los turistas, casi solo existen en teoría. Los de placa verde del ejército, negra para diplomáticos, chocolate para direcciones provinciales, amarillas para ministerios, etc.…
En realidad lo que se dice vehículos hay muy pocos. En teoría se puede adquirir uno por familia para uso propio, pero nunca venderlo, se deja en herencia. Además hay que justificar de dónde ha venido el dinero para comprarlo y conseguir un permiso del Secretario del Consejo de Ministros. En la práctica es imposible, solo lo consiguen los artistas, deportistas de élite o empresas. Existen muy cuidados coches de los que requisaron a los americanos, los mecánicos manitas que consiguen mantenerlos andando, sin repuestos ni piezas de sustitución, están muy cotizados. Lo más socorrido, popular y accesible es la bicicleta, llamada “La forever” o hacer autostop a lo que denominan: “aventón”, “coger o tomar botella”.
El sistema monetario es especialmente peculiar. Existen los pesos cubanos para los nacionales, tienen muy poco valor, y la administración castrista se inventó hace pocos años los pesos convertibles con valor casi asimilado al dólar y con los que deben manejarse los turistas. Por supuesto ninguno de los modelos cotiza en bolsa, su valor depende del humor con el que se levante cada mañana el Ministro de la Hacienda Pública. El dólar americano está proscrito y castigado con una desvalorización que puede oscilar entre el diez y el quince por ciento con respecto al peso convertible, para disuadir de su uso a los turistas y para desmontar el mercado negro de dólares que acumulaba capitales ocultos, lo que tiene muy enfadados a los cubanos que reciben dólares de sus familiares.
El blanqueo de dinero tiene un cauce legal, quien lo tenga puede declararlo, paga una contribución porcentual para hospitales oncológicos y en acto público se dispensan diplomas y aplausos al solidario blanqueador. Las denuncias entre vecinos están a la orden del día, comprar un televisor supone tener a los inspectores de la revolución pidiendo las cuentas.
La cartilla de racionamiento pretende garantizar la mínima subsistencia. Tres kilos de arroz por persona al mes, lo mismo de azúcar, variables en frijoles, pan, leche, tabaco. Con la cartilla tienen que comprar en La Bodega (economato de la zona de residencia) y es mucho más barato pero sólo hasta el límite de cantidad subvencionado. Con cartilla un kilo de arroz cuesta 28 cts., en mercado libre 3,5 pesos cubanos. Un ministro gana alrededor de 550 pesos por mes. De modo que el cubano sale por la mañana a buscarse la vida de alguna forma en el mercado sumergido.
La permanente “contingencia energética” desconecta los climatizadores de los hoteles en los horarios del “pico eléctrico” (de 11 a 13 y de 18 a 22 horas). Los acuerdos con Chávez de cambiar médicos por petróleo apenas han tenido eco en la vida común.
Los “Pies secos”, políticos y economistas emigrados a USA y apoyados por la Iglesia, acogen a los balseros cubanos que llegan a las costas americanas, les reciben como a héroes, les hacen los papeles, les buscan casa y durante dos años les mantienen. Eso anima a la huída del país.
La vida cotidiana es muy dura para la población en general, la educación y la sanidad son prioritarios pero faltan recursos. La exaltación de la revolución y el odio al yanqui son como un soniquete de fondo que ya nadie atiende.
Pero a pesar de todo los ritmos cubanos, los bailes, los sones y la magnífica ciudad hacen olvidar esas pequeñas carencias. Merece mucho la pena una visita. Y quedan ganas de volver. “Periódico CARRION, 2ª quincena de noviembre de 2007”
RECETA AUTÉNTICA DEL MOJITO: – 1 cucharada de azúcar en copete – Mucha hierbabuena – Zumo de limas – Ron añejo blanco – Mucho hielo – Agua gaseada – Gotas de angostura |