Cargando pilas

«Algunos líderes nacionalistas vascos son en sí mismos una bomba de relojería para la pacífica convivencia democrática»

El vecino País Vasco, que dicho sea de paso no es en puridad un país sino una comunidad autónoma más de las que componen el mapa territorial español, se está convirtiendo ya en un hervidero que complica la convivencia democrática y hace muy difícil la comprensión de la situación por parte del resto de los españoles.

Mientras festejamos los éxitos de las fuerzas de seguridad y el incondicional apoyo francés en el progresivo desmantelamiento de la banda terrorista, asalta Ibarretxe con su farol inconstitucional sobre un presunto referéndum de autodeterminación. Y vuelta la burra al trigo, como hiciera su antecesor Arzallus, vuelve ETA a menear el árbol para que el nacionalismo independentista recoja las nueces, es decir, como siempre, tirar la piedra y esconder la mano, mostrase con tibieza en contra de la violencia si ofrece algo aprovechable y mirar distraídamente hacia otro lado.

En el día a día de la sociedad vasca se oye de todo, hay quien dice vivir atemorizado y sin poder expresar libremente sus pensamientos, asegurando que hay una división extrema de ideas entres los moradores de un mismo barrio, de un mismo portal,  hay sin embargo quien calla, y con ello otorga, cuando se le pide opinión sobre los violentos. Parece haber dos abismos, el de los propios vascos y el de estos con el resto de los españoles.

Lo grandes partidos de máxima representación a nivel nacional no parece que tengan casi poder en aquellos territorios. A lo largo del histórico proceso de inestabilidad vasco muchas voces se han alzado protestando y alertando en contra de la confusión entre vasco y violencia independentista pero lo cierto es que hay una mayoría social que tiene en sus manos, en su voz y en su voto el poder de acabar con la violencia, con la disgregación y la inestabilidad. El misterio es por qué los propios vascos no ponen fin a la situación.

Cuando el mundo camina hacia la globalización económica, social, lingüística y cultural, hacia la supresión de barreras geográficas, políticas y sociales, algunos pueblos parecen querer superar un ancestral e histórico complejo de inferioridad a base de pretender la división y la disgregación en la defensa de lo ínfimo, de lo invisible, de lo inviable a nivel mundial, creando un perjuicio en contra de si mismos, ahuyentando la industria y el progreso.

Algunos líderes nacionalistas vascos son en sí mismos una bomba de relojería para la pacífica convivencia democrática, si no estallan un día lo harán otro, pero lo peor es pensar que cuando lo dicen es porque sus votantes lo quieren oír y realizar. Un día salta Anasagasti lanzando improperios contra la monarquía, que debiera existir o no es otro debate,  al poco tiempo se descuelga Ibarretxe con propuestas que no solo rebasan sino que atentan contra el marco constitucional establecido y alega que con  o sin violencia él, sin poder alguno para hacerlo, convocará un referéndum. Con ésta declaración no solamente crea desasosiego a nivel nacional sino que se enfrenta incluso con el presidente de su propio partido, José Jon Imaz mucho más volcado en acabar con los violentos que en pretensiones soberanistas.Ya perdió Ibarretxe bastantes votos con estas actitudes pero vuelve a pretender tomar el pulso a la sociedad vasca.

Como había pocas zozobras en aquellas tierras, Rosa Díez salta por fin, en medio de un despliegue mediático que conoce y domina, defendiendo una postura unitarista que la aleja de su pertenencia al Partido Socialista, también ella pretende ser termómetro detector del sentir de las mayorías regionales.

Estando próximo el inicio de la precampaña electoral para las generales del 2008, cada día nos espera ya una sorpresa en el campo político. A éste verano raro puede que siga el tópico de un otoño caliente. «Diario Palentino, 2 de septiembre de2007»

Deja un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.