«Si una nimiedad de tan escaso interés desata pasiones(el precio del café de Zapatero), no digamos el recorrido que tendrán los grandes temas que preocupan a los españoles»
Precisamente en tiempos electorales los partidos políticos aspirantes a desempeñar el poder tienen que poner mucho cuidado en que no caigan chinitas incontroladas al estanque electoral, altamente sensible ante cualquier desliz fáctico o verbal, porque la onda expansiva puede causar una catástrofe.
Es el momento en que cada formación mira con recelo y con lupa el propio hacer y el del adversario, es el tiempo de más alta tensión en el devenir del ciclo democrático, es ahora cuando mayor debe ser el esfuerzo en comunicar los logros propios y los fallos ajenos. El ciudadano oye, escucha, reflexiona, opina y se prepara, consciente o inconscientemente, para ejercer ese privilegio democrático que es elegir a quienes le gobernarán durante los próximos cuatro años. Es el periodo de más alta sensibilidad ciudadana ante lo que sucede en la «cosa pública».
Pero como la estructura del sistema funciona como un engranaje, como un equipo, como un mecanismo complejo, el efecto mariposa puede crear situaciones y circunstancias insospechadas. Así, según los científicos, cuando una mariposa agita sus alas en una selva del Brasil puede desencadenar toda una serie de fenómenos naturales de consecuencias incontroladas en otras partes del planeta. Una palabra o una expresión deslizada en el discurso puede tener un eco de dimensiones insospechadas en cualquier otro momento de la vida política diaria de un país. Por ejemplo, el café de Zapatero ha ocupado la opinión pública durante dos o tres días, todo el mundo ha opinado sobre el precio del café. Los habitantes de zonas céntricas urbanas, que salen poco de su confortable y caro medio, no conciben que alguien pueda vender café ese precio, y sin embargo quienes frecuentan establecimientos más sencillos y menos ampulosos, saben que un café puede costar entre setenta y noventa céntimos.
Si una nimiedad de tan escaso interés desata pasiones, no digamos el recorrido que tendrán los grandes temas que preocupan a los españoles. Todos y cada uno de los movimientos de las piezas de un partido político están en el punto de mira, maxime si el asunto es de una magnitud ineludible.
El Partido Popular se está cebando a base de la carroña del terrorismo en vez de arrimar el hombro para hacer desaparecer esta lacra aparecida en tiempos del franquismo, tal vez a sus dirigentes les de pena ver desaparecer esa reminiscencia histórica nacida cuando gobernaron sus antecesores. O tal vez con tanta proclama lo que pretenden es correr un tupido velo sobre el importante incremento de las pensiones, sobre la decidida apuesta por la igualdad, sobre el incremento de empleo sin precedentes, o la importante decisión de atender definitivamente y con medios suficientes a la discapacidad. Desde luego para el oponente político que solo tiene las miras puestas en su propio beneficio y no el interés común, esas medidas solo son un brillo deslumbrante y molesto que hay que emponzoñar como sea.
El otro gran problema que tiene el principal partido en la oposición es que se le han acabado los ruidosos petardos de la «teoría de la conspiración». Y con ello ya van, en tan solo cuatro años, dos estrepitosos fracasos: Uno: no había armas de destrucción masiva en Iraq y sí miles de muertos inocentes, suma y sigue que aún no ha parado. Dos: Por aquella injusta y absurda guerra, casi doscientos españoles perdieron la vida en el atentado mas grave de la historia de este país, y lo peor es que aún hoy, ahora seguimos en el punto de mira del terrorismo islámico, es decir, que se puede repetir. Y no estuvo la ETA.
Ni armas de destrucción masiva, ni ETA, la conclusión es que el belicismo tan solo tiene una procedencia, el Partido Popular, no hay más que escuchar a sus portavoces e intérpretes. Por las erróneas decisiones de sus dirigentes son destrozadas miles de familias iraquíes, cientos de familias españolas y el temor de que todo se repita además del enfangamiento cotidiano de la vida de este país.
Pero la mentira tiene las piernas cortas y los ciudadanos la mente larga. Por mucho que el capital y la Iglesia de las púrpuras, no la auténtica del evangelio, paguen, fomenten y promuevan voceros con la mentira por bandera, todo se acaba descubriendo, y para taparlo más de lo mismo: ruido, «manifas» absurdas, banderas, insultos y abuso de los cauces que la democracia pone al servicio de los ciudadanos de bien. «Diario Palentino, 1 de abril de 2007».