«Propongo que sean los hombres quienes voluntaria, coherente y democráticamente entierren al Pater Familias que llevan dentro.»
Es el título que doy a mi colección gráfica sobre la desigualdad. Voy recortando fotos de prensa, revistas y otras publicaciones; recopilo guiones, folletos, catálogos, anuncios y cualesquiera variadas muestras gráficas de contundente mensaje discriminatorio que van cayendo en mis manos.[*] La procedencia es diversa, fotos de reuniones, presentaciones, encuentros y conferencias, políticas y empresariales, locales, nacionales y trasfronterizas en las que la presencia de mujeres brilla por su ausencia o representa un tan mínimo porcentaje que se confunden con el florero que adorna la mesa de protocolo.
Y es que es el momento de preguntarnos cuanto hemos ganado realmente las mujeres del llamado primer mundo. De segundos y terceros mundos ni hablamos como diría Forges. ¿A que distancia se encuentra la teoría de la realidad?
El dicho es el artículo 14 de la Constitución española por aquello de «Los españoles son iguales ante la ley…». El hecho es la escasez de mujeres en la vida pública, en la cúpula ejecutiva de las empresas, en los puestos de mando, dirección y toma de decisiones.
El dicho son las leyes equiparadoras, los artículos en los estatutos, las normas laborales, etc. El hecho son las cifras de desempleo femenino, los sueldos terciados de las mujeres, la presencia masiva en las asociaciones escolares, solidarias, voluntarias y desinteresadas, y mínima en las dotadas de buenas retribuciones.
El dicho es cuando a los correctamente demócratas se les oye hablar de la igualdad. El hecho es observar quine les lava y plancha las camisas, les coloca la ropa en el armario y les pone la comida en la mesa.
El dicho es escucharnos el discurso propio, nosotras, las peleonas, las igualitarias. El hecho es ver como tenemos en palmitas a nuestros hijos, a cuerpo de reyes, a mimo, a capricho, con la cena en la bandeja por si llegan tarde y hambrientos de la juerga nocturna.
El dicho es escuchar cotidianamente la verborrea discursiva y mediática de todo aquel que vende algo, desde ideología hasta detergente para lavadoras. El hecho son los mensajes gráficos, la foto, la voz de quien lo dice, el gerente, el publicista, el que se beneficia de la «venta».
El dicho es que nosotras luchamos por nosotras. El hecho es que aún no disponemos de suficiente espacio para poder ser solidarias unas con otras porque los huecos que nos dejan para respirar son pocos, relegamos la conciencia de género al crecimiento personal.
Ellos nos achacan que preferimos que sea un hombre a otra mujer quien ocupe nuestro puesto si es que se nos escapa, la razón es muy sencilla, aproximadamente la población del planeta se distribuye al cincuenta por ciento entre ambos sexos. ¿De cuanto espacio de poder disponemos las mujeres?, hablar del veinticinco por ciento a nivel global del planeta sería una barbaridad, no creo que llegue al diez por ciento real. Si entre la mitad de los habitantes del mundo mundial tenemos que repartirnos una décima parte del poder terrenal, el otro ni mentarle, que nos expliquen ellos, los interpretes del feminismo como no nos vamos a mirar con recelo.
Se puede y debe legislar en igualdad, cuanto más marco legal mejor que mejor, pero su aplicación práctica y real en el seno de la sociedad no está en manos de las leyes ni de los códigos ni de lo que viene escrito en los libros, solo se puede conseguir contando con los individuos, uno a uno componiendo el tejido social, aprendiendo la lección desde la infancia, rebelándose contra la desigualdad desde la niñez, analizando la realidad que nos circunda desde que somos capaces de ver y pensar, comprobando si lo que tan correctamente teorizamos se acompaña de una conducta práctica y real acorde con nuestro discurso.
El paternalismo como causa del machismo pervive con toda fuerza, aunque se camufle bajo bonitos discursos igualitarios en público y en privado, y si no véase el número de mujeres muertas por serlo en lo que va de año. Propongo que sean los hombres quienes voluntaria, coherente y democráticamente entierren al Pater Familias que llevan dentro, solo entonces podremos hablar en términos de igualdad, sin acoso, sin desprecio, sin prepotencia y sentados a la misma mesa de conversación. «Diario Palentino, 4 de marzo de 2007»
[*] Admito aportaciones voluntarias.