«Estar entre las cuatro provincias españolas que más habitantes pierden no es precisamente un mérito para colgarse medallas»
Dejando de lado, por el momento, el tema del calentamiento del planeta, nos vamos a referir a las recientes cifras publicadas en los medios de comunicación aunando sus voces para cantar tristemente la canción de la imparable pérdida de población en nuestra provincia.
Trescientos dieciocho (318 habitantes menos que el año anterior no es poco, porque no solamente no se gana sino que además se merma. Esta mala noticia se traduce en una desvitalización de la población rural, se envejece, se pierden los aportes de nuevos pobladores en edad fecunda, tanto desde el punto de vista biológico como del creativo. La sabia nueva desaparece del espacio natural porque no encuentra posibilidades para encontrar los medios que le permitan una vida digna y un bienestar similar al de las ciudades. Lo jóvenes huyen, apenados pero se van, al no encontrar vida en el lugar donde nacieron.
Estar entre las cuatro provincias españolas que más habitantes pierden no es precisamente un mérito para colgarse medallas. Ojos tuvieron para verlo quienes gobiernan, quienes tienen en sus manos las opciones y los recursos de apostar fuerte por el bienestar de nuestra languideciente provincia.
Más de trescientas personas en un solo año es una cifra preocupante. Sobre todo teniendo en cuenta que ya son muchos años de pérdidas cada año mayores. Supone que mueren más personas que las que nacen, supone que algunas se van y otras tantas no vienen, trasluce que no se acoge a nuevos pobladores, refleja que no hay vitalidad industrial, ni comercial, ni programación de futuro, ni ilusión por fomentarlo.
Mientras que el mundo rural de nuestra Comunidad ha mermado en un solo año en 5.000 habitantes, los núcleos urbanos de las ciudades crecen. Palencia capital, con similar número de habitantes que toda la provincia, ha crecido en 824 más que el año anterior, es decir aumenta su población en 1.462 desde el 2002, pero no a costa de la provincia porque crece mucho más que lo pierde la provincia
Es cierto que echando un vistazo a las cifras del INE enseguida podemos observar que las grandes urbes, Madrid, Barcelona, Valencia, etc. ejercen un atractivo y actúan como imán para el resto del país, también es cierto que las zonas costeras de alta rentabilidad turística acogen a inmigrantes de lujo para segunda residencia, pero cierto es también que otras más modestas y comparables con la nuestra crecen y no poco (Pontevedra: 4.806, León: 2.321, Huesca: 2.159, Segovia: 1.081, y la vecina Valladolid: 4.806)
Las cifras son matemáticas, dejan entrever que el mundo rural y su conservación no es objetivo prioritario de los dirigentes del Partido Popular en las instituciones en que gobiernan. Ni la Junta de Castilla y León ni la Diputación Provincial apuestan un ápice por poner coto a este fenómeno desertizador que niegan a machamartillo que camuflan bajo programas fantasma que nunca se ejecutan. Luego, cuando el gato saca las orejas de la cesta, asoman las cifras que no engañan.
Con trato distante miran al campo y a los pueblos con ojos de burgués amante-teórico de la naturaleza, por el tipismo, la etnografía, para hacer fotos a los abuelos en la solana o con los paisajes de primavera de fondo, para vender un turismo rural decreciente al que tampoco van a saber buscar alternativa para cuando decaiga.
Los jóvenes se quedan sin actividades bajo la norma del capricho personal de que quien parte y reparte se queda la mejor parte. Sin actividades, sin trabajo, sin futuro, sin vivienda, sin expectativas de permanecer en su espacio familiar natal. ¿Pero eso a quien le importa si la cuenta está hecha? La juventud en general no vota derecha, y los mayores votarán derecha de todas formas, pues que queden quienes garanticen el granero electoral.
Pronto los ciudadanos seremos convocados a ejercer nuestro derecho y nuestro deber democrático de elegir y/o ser elegidos. La participación activa en el gobierno de los pueblos es una necesidad prioritaria. ¡Ya vale de protestar y quejarse en las cocinas!, ¡Hay que salir a la arena y torear! Para que no nos toree nadie. Esta provincia y esta Comunidad necesitan aires nuevos, hay otras formas menos anticuadas y caciquiles de hacer las cosas, y aunque parezca increíble entre las pautas de los gobiernos también pueden estar presentes la justicia social y la equidad. «Periódico CARRIÓN, 2ª quincena, enero 2007».