TODOS GANAMOS

«El compromiso con la igualdad permite al hombre salir de su angosto deber con la virilidad aprendida que le lleva a la soledad»

En las sociedades mas avanzadas el feminismo entendido como la lucha por la igualdad  ha dejado de ser un tema exclusivo de mujeres en pie de guerra defendiendo sus derechos para convertirse en una aspiración común a los sexos. Cada día son más los hombres que desde sus opiniones profesionales coinciden en afirmar que la igualdad es un beneficio también para ellos.

El sociólogo australiano Michael Flood no se cansa de repetir en cualquier foro mundial que «Los hombres son parte del problema y de la solución», que «los hombres reciben poder y dinero como ventaja de género pero al mismo tiempo pierden en el ámbito emocional y en el psíquico»

Joseph Vicent Marqués, por su parte, presenta el tema en tono de humor y entre sus aportaciones más curiosas cuenta aquel libro titulado «Curso elemental para varones sensibles y machistas recuperables». Entre sus múltiples reflexiones planteadas en escritos y conferencias, este sociólogo observa que «Los varones ya no tienen el monopolio de ninguna actividad que les identifica como tales. Aunque tengan mayoría en todas las posiciones de poder». Entonces, «¿Tienden los varones a la violencia o a la simulación del talante violento porque eso es lo único que es «casi» inequívocamente masculino?».

Hace poco tiempo tuve la oportunidad de conocer personalmente al controvertido estudioso sobre temas de género, el norteamericano Michel S. Kimel. Su charla del todo original se basaba en fundamentar que el feminismo hace libres a los hombres, mejora su salud, su calidad de vida y alarga ésta. El compromiso con la igualdad permite al hombre salir de su angosto deber con la virilidad aprendida que le lleva a la soledad, a la necesidad constante de dar la talla en el trabajo, en el sexo, en el deporte. El orgullo viril genera en la pareja y con los hijos relaciones insatisfactorias por esa necesidad constante de hacer saber de su poder, del dominio, de la superioridad, según los cánones lastrados de la educación recibida.

Este novedoso investigador de lo que él denomina: «Las nuevas masculinidades», se pregunta: ¿Porqué los hombres deben querer y procurar la igualdad?, y a continuación responde con lo que él llama las reglas de oro:

  • – Cuanto mas igualitario, en todos los aspectos, sea un matrimonio más posibilidades de éxito tiene.
  • – Cuando un hombre comparte hijos y casa, todos son más felices. Los hijos estarán más atendidos y por tanto más sanos física y psíquicamente, equilibrados e inteligentes. La esposa mas contenta y sana, menos deprimida, tendrá más tiempo para su profesión y para su persona, se ocupa más de sí misma, podrá dar más también.
  • – Pero él, sobre todo el hombre, es quien más se beneficia. Compartirá con sus hijos el mundo de los afectos y de las ilusiones. Muchos hombres se han perdido y se pierden la infancia y el crecimiento de sus hijos, sus mundos afectivos están empobrecidos y eso les marcará toda su existencia. Está demostrado que un hombre entregado a su familia padece menos ansiedad, fuma y bebe menos, se cuida más, tiene más energía, se siente lleno y tiene con su compañera, también satisfecha, más y mejor sexo.

Otro ilustre de estos temas es Michael Kaufman, que enunció las famosas siete Pes de la violencia de los hombres y que se resumen en: poder patriarcal, privilegios recibidos y mantenidos, permisos legales y sociales para la violencia, paradojas de inestabilidad masculina: soledad, temor, aislamiento, dolor («los hombres no lloran»), psique defensiva ante las emociones (es de «blandos»), presión para que demuestren ser hombres, pasado lastrado por una formación aleccionadora.

La lucha por al igualdad no es tema exclusivo de mujeres, es un objetivo de justicia social que nos beneficia a todos, familias, hombres y mujeres del presente y del futuro. «Diario Palentino, 12 de noviembre de 2006»

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