«Cuando existe un mínimo de ética no se utiliza a los débiles como escudos humanos»
En la naturaleza cada uno ha de vivir como puede, como sabe y con los medios de que dispone, como dirían nuestros abuelos; – solo puedo arar con los bueyes que tengo- Luego depende del nivel ético de cada cual utilizar unos u otros instrumentos para obtener los fines perseguidos.
Hubo un tiempo en que los modales, los valores éticos, la cortesía y la nobleza eran la tarjeta de visita que anticipaba la calidad humana y personal de su portador. Hoy todo eso se está perdiendo para dejar paso al codazo chabacano, a la puñalada trapera y a la fatua hipocresía basada en el todo vale para triunfar. Pero tal vez lo más preocupante es el montaje arbitrado en torno a las desgracias ajenas utilizadas como escudos humanos, crear confusión, distorsionar la pacífica convivencia de los españoles y hacer presa útil del dolor y sufrimientos ajenos para una aviesa y premeditada finalidad, que no es otra distinta de quítate tu que me pongo yo, va siendo el guión de cabecera de una derecha que ha dejado a un lado a los pulcros conservadores de toda la vida para dar paso a los radicales.
Es fácil prender en almas doloridas y vulnerables, es fácil para los sin escrúpulos extorsionar a quienes se encuentran en una situación de debilidad, de impotencia, de incapacidad para tomar las riendas de la propia vida, es fácil arrancarles un grito de dolor, unas lágrimas incontenidas, una entrega sin condiciones a quien promete con la escalofriante frialdad y consciente de la mayor de las falsedades, una salvación que no está en su mano ni en su voluntad llevar a término.
Es como el timo de la estampita pero en niveles de crueldad inhumanos. Tu me das tu devoción que yo te devolveré traición. Así es como trata el Partido Popular a las gentes que sufren, que duelen su pérfida suerte, que se ponen en sus manos confiadamente para ser utilizados y utilizadas como armas arrojadizas con el único y banal objetivo de destruir al enemigo político, sea quien sea éste.
El Partido Popular cuando mandaba se negó a tratar siquiera la propuesta de proyecto de Ley contra la Violencia de Género, en muchas instituciones que gobernaban se argumentó que no era un tema de tratamiento urgente, no les interesaba para nada el asunto, después de todo el cómputo de las víctimas de malos tratos no le supone nada a nivel votos, pero cuando pasan a ser instrumentos útiles de oposición se convierten en herramienta para captar la sensibilidad del público solidario y, si cabe y se presta la ocasión, hacer un escándalo. Es un ejemplo más a sumar a la lista de apropiaciones indebidas y despiadadas que caracterizan a una derecha inelegante, inconsecuente, fría, calculadora y farisea que es la que parece llevar la voz cantante hoy y en estos lares. A golpe de estrategia bien premeditada se apropian descaradamente de la bandera nacional, de las víctimas del terrorismo, de la constitución que no votaron, del catolicismo que practican de aquella manera, y ahora, último descubrimiento útil, de las víctimas de la violencia de género, todo es bueno para el convento si tiene una validez instrumental.
Con la violencia no se juega. No es cristiano ir a matar civiles a otros países, eso también se llama terrorismo, hubiéramos evitado sufrirlo en nuestras propias gentes, tampoco se debe jugar con las mujeres vulnerables para hacer una política inconsecuente. Cuando existe un mínimo de ética no se utiliza a los débiles como escudos humanos, la nobleza dicta que del árbol caído no se hace leña, ni se puede prometer, cuando no se puede dar, lo que no se quiere dar cuando se tiene en la mano.
Me enerva la astucia, el doblez, la simulación, la tensa sonrisa «zaplanesca» que esconde un mísero mundo de contradicciones y escabrosos secretos (vox populi), y que contagia a todos los voceros y a todas las voceras «populares» en todos los ámbitos de poder para embaucar a quienes solo oyen superficialmente y de paso sus amañados alegatos. Es asombroso, casi impactante observar la dureza, frialdad y gelidez de ánimo con que utilizan el victimario para los fines particulares que pretenden. El victimario del Partido Popular es una lista abierta, cabe de todo, lo mismo padres «victimas» de que sus hijos estudien una asignatura llamada «Educación Cívica», que inversores en al compra de sellos y antigüedades desde hace veintisiete años, que víctimas del terrorismo etarra, menos cabida tienen las del 11-M, y así hasta encontrar nuevas novedades instrumentales. Por ejemplo: ¿Desde cuando han preocupado las víctimas de la violencia de Género al Partido Popular?, en cualquier momento que les sean útiles como armas arrojadizas. «Diario Palentino, 15 octubre, 2006»