«Los partidos políticos existen porque hasta el más humilde de sus afiliados aspira a ser presidente de gobierno»
Aunque así lo parezca no es un episodio de Epi y Blas
En cada nuevo proceso electoral la campaña comienza antes. Nos encontramos a un año vista de los próximos comicios locales y autonómicos pero los partidos que entrarán de nuevo en liza para optar a los gobiernos locales, provinciales y autonómicos el próximo 27 de mayo, ya están preparando candidatos y estrategias para todo un largo año de mandato.
Se tratará de transmitir el mensaje propio y minimizar o desprestigiar el del contrario. Salir sonriente en la foto de la dádiva y, a modo de escudo humano, poner a dar explicaciones al funcionario técnico de turno cuando hay que dar cuenta de alguna epidemia, de una creciente deuda desmesurada o de cualquier otra contrariedad «invendible».
Cada frase, cada texto, cada movimiento se estudiará concienzudamente, puede que hasta exista un comité de estrategia electoral ya en marcha que se ocupe de cocinar mensajes, titulares o «cartas espontáneas» contra cualquier avanzada medida social.
Pero además de las instrucciones precisas entra en juego el «pavoneo» de cada cual. Hay políticos que siempre están mirando a la cámara, no se les escapa la ubicación de un fotógrafo armado con su instrumental en marcha, sea de frente, de lateral, de lejos o de cerca e incluso de soslayo, siempre se encuentran frente a frente con el objetivo, para salir en la foto o en la «peli», a ser posible destacados sobre el resto, del lado del buen perfil, como diciendo «¡Aquí estoy yo, para que se me vea!» o bien transmitiendo esa imagen generosa y displicente del que reparte lo que no es suyo, porque si lo fuere otro rictus mostraría.
Permítame el lector una breve digresión para reseñar el curioso relato que me contaba un día una persona dedicada a mirar la vida desde detrás de una cámara. Tenía catalogados a todos y cada uno de nosotros por la conducta escenificada ante la amenaza de quedar reflejados en un medio de comunicación de la prensa escrita o visual. Desde posar intensamente y casi desafiante hasta no pestañear durante minutos a la espera del flash, pasando por sobreactuar de forma desmesurada, sonreír de modo permanente como mueca a piñón fijo o bien avanzar el morro hasta el infinito. El relator manifestaba con cierta frustración nunca haber podido coger ninguna imagen espontánea de alguno de estos personajes.
Los humanos somos fascinantes, y unos sectores sociales aún más. Enseguida nos ataca la vanidad, y como el necio pavo real extendemos nuestras más vistosas plumas para epatar al personal.
Otra dimensión bien distinta tiene la faceta interna de los preparativos de la cuestión electoral. Algunos ya están afilando los aceros para tirarse a degüello si es preciso. Porque hasta la contienda electoral los contrincantes son de dos tipos, los externos, conocidos y asumidos, cada uno sabe en que lado está y cuales son sus siglas a defender. Pero también están los otros, que son los internos, es decir los propios, variables, sin fiabilidad, diabólicos. Porque se suele decir que un partido es como una gran familia y nunca mejor definido. ¡Que bien nos llevamos, pero cuando hay que repartir, a muerte!
Y así comienza la danza macabra de los personajes siniestros. Por ejemplo: quien siendo una bendición para el adversario se constituye en una amenaza interior con el solo ánimo de conseguir o conservar los garbanzos. «Vengan días, vengan ollas». O quien se aferra al sillón como una lapa a pesar de su patente incompetencia, o quien le pretende a cualquier precio.
¿Y las contradicciones internas, cómo se solventan con la dialéctica? Por ejemplo: ¿Es Gallardón un garbanzo negro por casar gays y además de su propio partido? ¿Asume el PP la decisión «martiniana» de cargarse el Consejo de la Juventud de Palencia? ¿Qué hacen los partidos con los díscolos? ¿Cómo se hace invisible a quien brilla con luz propia? ¿Como se hace brillar a quien de puro inerte y nulo se le asigna un asiento que debe calentar esperando la llegada de otro?
El juego de malabares es realmente prodigioso. Y las bombas mediáticas que sueltan las listas de candidatos a los puestos de relevancia se elaboran, bajo el método de prueba-error, en un laboratorio secreto, manejado a lo sumo por tres magos y un pinche que barre las virutas mientras cuenta chascarrillos, de ahí los sorprendes resultados procedentes de hacer reaccionar razonamientos más o menos lógicos con presunciones ligeras, intereses personales recalcitrantes, aderezo de amenazas, necesidades a salto de mata, análisis apresurados de resultados estadísticos, estrategias de manual militar francés y otras hierbas más o menos ortodoxas.
De modo que la pretensión es doble: dar la talla fuera y salvar el cargo dentro. Después de todo, los partidos políticos existen porque hasta el último de sus afiliados aspira a ser presidente de gobierno. «Diario Palentino, 30 de julio de 2006»