“Debe ser motivo de halago y autocomplacencia que dos de nuestros paisanos hayan accedido a ocupar altos cargos de poder y de prestigio en los ámbitos nacionales”
Empezaremos alegrándonos de que Palencia sea noticia en la prensa nacional por buenas razones, si además el campanazo lo dan protagonistas palentinos estamos de enhorabuena.
Debe ser motivo de halago y autocomplacencia que dos de nuestros paisanos hayan accedido a ocupar altos cargos de poder y de prestigio en los ámbitos nacionales. Supongo que si todo es contagioso algo nos tocará para bien, y querámoslo o no, si el subconsciente barre para casa algo caerá en nuestra tierra teniendo defensores de ella en los rangos poderosos.
Sin duda habrá quien a buen seguro se añusga y en un intento de ser sinceramente cortés, se atraganta con la envidia, ese viejo pecado nacional por excelencia sin el que nuestra cualidad de hispanos no tendría virtualidad propia. Cada uno con sus defectillos, para compensar ese exceso de virtudes que nos caracteriza.
Lo cierto es que no nos perjudica tener adelantados ocupando deseados puestos de poder. Cuanto más cerca de la cumbre en mayor medida nos podemos beneficiar de lo que se reparta. Sí Heliodoro es Presidente de la FEMP, mejor que mejor, Si Julio es el número dos del Congreso ojalá sea un paso para llegar al puesto número uno o más. Desde luego mucho más beneficioso es para Palencia que si estos puestos los desempeñaran unos de Murcia, por poner un ejemplo.
Y como no hay crecimiento ni permanencia en ningún sitio sino con base en el esfuerzo y valía personal, pues solo nos cabe pura y simplemente felicitarles y felicitarnos porque se haga justicia y tengamos la suerte de que dos ciudadanos palentinos de a pie, que todos conocemos, currantes y honrados a carta cabal, puedan desempeñar su papel como sólo ellos saben. Creo que las personas inteligentes así lo tienen entendido. Las enhorabuenas sinceras se huelen y se intuyen. Quien sabe leer entre líneas es capaz de comprender que quien a buen árbol se arrima buena sombra le cobija, con independencia de ideologías, es natural, es humano, y eso es lo que tenemos que festejar los palentinos. Así me lo aprendí yo.
¿A alguien molesta que sus paisanos crezcan?, por supuesto: a la mezquindad. Sea en forma de envidiosos, o de juzgadores profesionales de cocinilla de viruta en ojo ajeno, porque la viga en el propio no les deja ver con claridad el panorama real y se inventan uno virtual a gusto del consumidor adicto. Así se ha podido deducir del retintin en el tono de las felicitaciones emanadas de la mandíbula tensa de algunos oponentes políticos que ven como se alejan a pasos agigantados sus expectativas de gobierno hacia horizontes cada vez más distantes e inalcanzables.
A partir de ahora la estrategia de la oposición política será clara y determinada: buscar, señalar, ensalzar y magnificar negativamente cualquier pequeña mota de polvo real o inventada para poner en entredicho y menoscabar la imagen de los ilustres con la sola pretensión de arrebatar un puñadillo de votos indecisos y frágiles, elevar anónimas voces falsamente inocentes que ensombrezcan deliberadamente su gestión con el ánimo de desmerecerla. Pero al final del camino es cuando se hace la cuenta. Quien se mueve siempre modifica algo en su entorno, las estatuas no respiran, ennegrecen y se cubren de musgos como testigos inermes de pasividad.
Fuera de esas sórdidas categorías de especimenes humanos, los demás se alegran, nos alegramos, y aunque solo fuera por chovinismo, por egoísmo, para que nos den más, para disponer de embajadores palentinos que posean en sus manos los resortes de los más altos poderes en cargos de relevancia nacional, con independencia de cualquier diferencia puntual o por cualquier motivo de disenso. Lo más tapa lo menos y apoyarles es apoyarnos. Reza el refrán popular que nadie es profeta en su tierra, pero luego, andando el tiempo y caminando la historia, si resulta que el profeta destaca, es de remombre y se encumbra es cuando se lo rifan y comienzan a aparecer los lugares que se llaman a su paternidad, nacimiento o crianza y los defensores a ultranza que dicen haberlo sido desde siempre. Así es la humana raza. «Diario Palentino, 30 de abril de 2006»