“Una vez más el Partido Popular trata a los españoles de iletrados y enarbola banderas alarmistas y temibles con el único ánimo de asustar para sacar tajada electoral” .
Torpes y sus torpezas hay en todas partes, porque no se merecen otro calificativo las declaraciones del teniente general, José Mena Aguado, palentino de 64 años que en su intervención en la Pascua Militar, advertía sobre «las graves consecuencias que (…) podría conllevar la aprobación del Estatuto de Cataluña en los términos que está planteado», llegando a conectarlo con recurrir al artículo octavo de la Constitución: “las fuerzas armadas, constituidas por el Ejercito de Tierra, la Armada y el Ejercito del Aire, tienen como misión garantizar la soberanía e independencia de España, defender su integridad, y el ordenamiento constitucional”.
Las reacciones de condena de la mayor parte de los ámbitos democráticos no se han hecho esperar, la propia cúpula del Estado Mayor ha pedido su destitución inmediata.
La ignorancia suma del declarante es patente en su exposición. El dicente parece conocer solo el artículo ocho de la constitución y desconocer el resto del texto. Se pasa por el forro militar el proceso parlamentario que debatirá el estatuto catalán, y no conforme con ello se come enterito el Tribunal Constitucional que será, en su caso y en última instancia quien decidirá con su superior criterio si el acuerdo parlamentario es o no ajustado al contenido de la Carta Magna.
Pero lo más alarmante no ha sido el discurso díscolo y extemporáneo de un presunto trastornado al que no hay que dar más importancia que la que puede tener una salida de pata de banco o la búsqueda de un minuto de gloria antes de pasar a la reserva en marzo y desaparecer para siempre en el anonimato. De hecho ese exiguo alcance ha debido darle el Ministro Bono cuando se ha limitado a citarle para conversar y que explique su absurdez.
Lo preocupante para los españoles, lo que verdaderamente empaña la virtualidad de la democracia española es que el Partido Popular a través de su Secretario de Comunicación, Gabriel Elorriaga, aproveche como ave de rapiña y salga a los medios diciendo que la advertencia del individuo es “inevitable”, “es el reflejo de la situación que estamos viviendo». Y para remachar, Josep Piqué, máximo representante de los “populares” catalanes apostilla diciendo que obedece al “clima de inquietud que están viviendo los militares”, es decir osa hablar en nombre de los militares que están pidiendo el cese inmediato del garbanzo negro. A la hora de enviar esta colaboración, los palentinos estamos esperando oír lo que opinan los dirigentes del PP de Palencia sobre las manifestaciones del paisano.
Ya no cabe la menor duda de que a los regentes del actual Partido Popular les encantaría que en España hubiese lío con el solo propósito de sacar tajada electoral y recuperar el poder político, tratan a los españoles de iletrados y enarbolan banderas alarmistas y temibles con el único ánimo de asustar intencionadamente, solo por esa razón se hacen eco, simulan ignorar también y de propósito todo el trámite parlamentario previo, y judicial posterior que tendrá que superar el estatuto catalán para instalarse adecuadamente en la legalidad española.
Es su discurso de siempre, el mismo de hace cincuenta años Pero ahora la diferencia está en el campo de cultivo, esa simiente negativa, de amenaza e intimidación, de catastrofismo cae sobre las cabezas bien amuebladas de españoles cultos que sabemos escribir, leer entre líneas, gozamos de bienestar y pertenecemos a Europa como un todo inseparable.
El ejército franquista ya no existe, los militares de hoy son demócratas convencidos y activos. Hay pan y paz para todos en este país. Un largo adiestramiento en la democracia nos ha enseñado a hablar, a conversar, a debatir, a poner sobre la mesa las divergencias y a respetar las opiniones ajenas. La lección ha calado en unos con más provecho que en otros, depende de la disponibilidad neuronal, de la elegancia de cada cual y sobre todo de lo visto en casa. «Diario Palentino, 8 de enero de 2006»