Terrorismo de género

«Hay quien hasta en la terminología quiere minimizar el desastre y utilizar términos, como doméstico en vez de hablar de género que es la verdadera causa»

Hoy, ayer, antes de ayer, cada día entra por nuestros oídos una nueva y sorprendente mala noticia sobre la violencia ejercida contra las mujeres. En España o fuera de ella, torturas y violencias desde la burdez más extrema hasta la sofisticación más depurada, sicológicas y físicas, por los caminos de la amenaza directa o del puro chantaje. Y todo ello, solamente por una causa: ser mujer, pertenecer al género femenino.

Hay quien hasta en la terminología quiere minimizar el desastre y utilizar términos, como doméstico en vez de hablar de género que es la verdadera causa y definición. Ya en sí marginador el papel de la mujer-mujer al ámbito doméstico, la expresión violencia doméstica parece, que por asociación de ideas, nos trae al pensamiento imágenes de sufridas y denostadas «marujas», incomprendidas, solitarias y dedicadas en exclusiva al cuidado de la familia. Sin embargo para nada, en nuestra sociedad, asociamos el término doméstico a sus violentos «marujos».

Pensemos también que sobre estos debates terminológicos se han pronunciado tanto la Real Academia de la Lengua como impresionantes Tribunales colegiados de Justicia, cuya composición es, por excelencia y mayoritariamente, masculina con lo que en el tema que nos ocupa su autoridad para opinar queda bastante mediatizada.

Nunca, hasta ahora en nuestro país, se habían dado pasos decididos en la prevención y  defensa de las mujeres frente a los malos tratos «¿Pour l’amour?». La Ley Orgánica de Medidas de Protección Integral contra la Violencia es la primera norma que adoptas medidas concluyentes, claras, precisas y sobre todo efectivas y reales para la prevención y la defensa.

Como toda obra humana no hay ley perfecta, pero la más imperfecta de todas las leyes es la que no existe, y hasta ahora no ha existido. Las voces reaccionarias se levantan contra una ley que los anteriores gobernantes del Partido Popular no supieron, no quisieron y no consideraron urgente elaborar, tal vez les pareciera un tema menor en la macro política internacional que desplegaron, antes consideraron otras prioridades como ir a la guerra a matar mujeres, niños y hombres de toda edad y condición, eso sí, sin discriminación de ningún tipo, sino en general y a mansalva.

Una destructiva cortina de humo se quiere desplegar sobre la bondad de una ley cuyos efectos positivos todas las mujeres vamos a conocer. Los sectores reaccionarios de la sociedad ya han desplegado estratégicamente sus voceros para hacer ruido en contra, para crear confusión, para minimizar, para desmerecer, para sembrar la duda y el conflicto.  Un famoso sociólogo, algún lingüista, uno que otro jurista, solos o agazapados bajo rimbombantes cargos, atacan como fuegos prendidos por sorpresa pero de sobra premeditados, una ley que contiene tan importantes como necesarias y urgentes medidas de protección de las victimas de la violencia de género, víctimas terrestres no alienígenas, víctimas paisanas, concidas y vecinas, víctimas que podemos serlo cualquiera y cualquier día por el mero hecho de ser mujeres, por pertenecer al género femenino.

Luego pongamos a un lado las tonterías y las críticas superficiales y recordemos que según la Macroencuesta sobre Violencia contra las Mujeres elaborada por el Instituto de la Mujer del Ministerio de Trabajo y Servicios Sociales publicando datos para el territorio español, en los últimos cinco años, son doscientas cuarenta y seis las mujeres muertas a manos de sus parejas o ex parejas. En lo que va de año ya son sesenta y siete. En los seis primeros meses de 2004, casi veintidós mil denuncias  por lesiones y malos tratos (se calcula que tan solo un diez por ciento de las víctimas presentan denuncia contra su agresor).

Si esto no es terrorismo de género que necesita un remedio terminante, ¿qué es? Y aquellos que quieren hacernos perder el tiempo con absurdas enmiendas y críticas superficiales,  que son los mismos que nos llevaron a matar por una cuestión de política internacional, que retrasaron la adopción de medidas en defensa de las maltratadas por no considerarlo tema urgente y que ahora dicen que la muerte de las mujeres es una cuestión doméstica, estaban mejor calladitos y pasando de puntillas para que el diablo no se ría de sus mentiras. «Diario Palentino, 28 de noviembre de 2004»

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